Khaled Hosseini: «La idea de mortalidad está muy presente en mi vida»
Día 19/10/2013 - 15.23h
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El autor de «Cometas en el cielo» presenta en Milán su nuevo libro, «Y las montañas hablaron», un mosaico de vidas y destinos con Kabul como punto de partida y regreso
Khaled Hosseini (Kabul, 1965) se topó hace cinco años con una terrible historia en los medios. Una humilde familia afgana se había visto obligada a dar a su hija pequeña en adopción para poder sobrevivir y ofrecerla un futuro mejor. Un futuro que en Afganistán se le negaba. Como padre, la historia le desgarró. Hosseini comentó su desvelo con su padre y este le confesó que era algo muy normal en Afganistán en los años 40 y 50. Aquello le dejó sin aliento y se convirtió en el punto de partida de «Y las montañas hablaron» (Salamandra), su última novela, que ayer presentó en Milán.
Hermoso mosaico
El libro, un hermoso mosaico de vidas y destinos entrelazados, supone un salto cualitativo en la obra del escritor, que parece haber alcanzado aquí la madurez narrativa que está en las raíces de los contadores de historias. Historias como la de Abdulá y Pari, dos hermanos cuyas vidas se ven separadas ante la decisión de su padre de dar en adopción a la niña. Desde aquel otoño de 1952 en Kabul, el futuro de la joven se va trazando hasta el presente con paradas en París, Grecia o San Francisco. Un viaje que ofrece reminiscencias con la propia vida de Hosseini, que ha vuelto a escarbar en lo más profundo de su alma para escribir una nueva historia sobre Afganistán.
«No creo que Afganistán sea el tema de mi obra», aseguraba este viernes en Milán un entregado Hosseini. «Tú escribes sobre lo que te importa y está claro que Afagnistán me importa, pero también otros temas como la familia (lo más importante para él), la pertenencia, la genealogía o las raíces, y todos esos son temas que están presentes en mi libro. La narrativa de Afganistán durante los últimos treinta años (poesía, música) habla de lo mismo que hablo yo».
El autor tiene claro que «no importa lo que escriba, siempre va a generar controversia, porque lo hago sobre un país en el que hace 38 años que no vivo». Sin embargo, según desveló Hosseini, las reacciones que le han llegado desde Afaganistán siempre han sido «bastante positivas». «Las nuevas generaciones son más afortunadas porque están más formadas. Mi primer libro («Cometas en el cielo») hablaba sobre ciertos temas que eran tabú, pero los otros dos han resultado más fáciles de digerir». De hecho, Hosseini aseguró que «nunca ha sido mi intención educar sobre Afganistán. Mis libros serán recordados por lograr que la gente vea el país desde otro punto de vista, y eso es un honor para mí».
Un extranjero en su tierra
Pero cuando Hosseini regresa a Afganistán (lo hizo en 2003 tras huir junto a su familia en 1980 y volvió a hacerlo en 2007), se siente «un extranjero» y, sobre todo, «responsable por la vida que ellos tienen». «Sé que es irracional, pero me siento estúpidamente afortunado y al volver a Estados Unidos me cuesta mucho trabajo volver a mi vida, me parece superficial y vacía», por eso decidió poner en marcha, junto a su mujer, la Fundación Khaled Hosseini. «Después del 11-S, cuando Bush decidió invadir Afganistán, hubo un momento de resignación, porque supe que moriría más gente, que habría más sufrimiento». Años después, «la gente se siente defraudada, no sé lo que va a pasar en los próximos cinco años, pero solo espero que no volvamos a lo que sucedió entre 1992 y 1996».
El éxito a su pesar
Entretanto, Hosseini se ha convertido en un escritor de éxito (sus libros están traducidos a más de 50 idiomas en todo el mundo y en Italia ha vendido casi cinco millones de ejemplares), a su pesar. «Mis libros se han hecho famosos a mi pesar. Todo lo que me ha pasado es sorprendente y lo único que puedo hacer es escribir el mejor libro y esperar que la reacción de la gente sea igual a la mía». Lo dice alguien que dejó la medicina en diciembre de 2004 para dedicarse a su pasión desde los ocho años: contar historias. «Nunca reconozco la inspiración cuando llega. Cuando escribes un libro tienes que ser capaz de iluminar las voces de los personajes y no pensar en lo que tus lectores esperan. En cierto sentido, estoy ciego y me dejo llevar por la historia. Nunca tengo un boceto. Una vez que empiezo, no sé dónde me va a llevar y a veces ocurren cosas fascinantes. No es el método más eficiente, pero es mi método». Ese método le ha llevado, también, hacia otros escritores a los que admira profundamente como Jonathan Franzen, Alice Munro, Carlos Fuentes, Isabel Allende o Juan Gabriel Vásquez (su último descubrimiento), de los que habla con auténtica pasión.
Gran tradición de narradores
Una pasión que el escritor heredó de la «gran tradición de narradores» que había en su familia y que él trata de trasladar a sus hijos, a los que lleva a la escuela farsi para que aprendan la caligrafía. «Mi libro preferido de la niñez es ‘The books of kings’, lleno de mitología y dramatismo y con grandes historias sobre la familia. Entonces la gente contaba mejor las historias. ¡Por Dios, pero si ahora pretendemos contar historias en 140 caracteres!».
Desde los ocho años, Hosseini escribía en farsi, pero «para bien o para mal he conseguido mi propia voz en inglés». Una voz que, en este último libro, dedica a su padre, fallecido a finales de 2009. «Era una persona realmente única, tenía una fuerte personalidad. Estaba profundamente comprometido con sus principios y así vivió hasta el final. Siempre le he respetado mucho, era mi amigo y me alegra que viviera para conocer mi éxito». Hosseini le cuidó, junto a su madre, durante 2008 y 2009 (de ahí que su ausencia editorial se haya prolongado seis años) y estuvo con él hasta su muerte. «Al final sufrió mucho, estuvo muy enfermo. Yo ahora tengo 48 años y la idea de mortalidad está más presente que nunca en mi vida», remató.
el dispensador dice:
hay inmortales viviendo en la Tierra,
pero no los conozco,
ya que todos han muerto,
algunos a manos de sus propias vanidades,
otros a manos de sus propias necedades,
algunos imbuidos en soberbias insoportables,
otros asumiendo, que los demás son los mortales...
he visto rocas cursar los espacios,
he visto piedras hablarme despacio,
he entendido que lo inmortal es comprender los pasos,
que hacen del éxito un mero fracaso,
por ello ando lento, como cansado,
en realidad contemplo cómo se da forma el pasado...
ya no reniego de verme olvidado,
he aprendido a descubrir cómo es que se miente a un ser amado,
por ello ando solo entre parajes elevados,
conozco senderos por los que nadie ha pasado,
me encuentro con fantasmas que me andan buscando,
para compartir penas y arenas en descanso...
espero que los vientos revuelvan los aires,
espero que las nubes atemperen mi paso,
no ando con urgencias ni estoy apurado,
he dejado por detrás a los que endosan fracasos,
a veces me siento sobre una roca, como si estuviera esperando,
en realidad miro lo que se pierden los que vienen viajando...
sé que hay ancestros que me están invitando,
en verdad soy yo quien los está esperando,
los que he amado se han ido cruzando,
ríos de luz que los sostiene vibrando,
creían en sus cuerpos y en los tiempos pasando,
mientras yo les decía que sólo estaban soñando,
ahora están allá, justo del otro lado,
han descubierto la importancia del afecto en anonimato...
he visto una roca... me está hablando...
me ha dicho que la inmortalidad,
es su patrimonio innato...
le he dicho que sé como viajar por el espacio,
prescindiendo del tiempo,
hechos negados...
hemos descubierto que finalmente, somos hermanos.
OCTUBRE 21, 2013.-
el dispensador dice:
hay inmortales viviendo en la Tierra,
pero no los conozco,
ya que todos han muerto,
algunos a manos de sus propias vanidades,
otros a manos de sus propias necedades,
algunos imbuidos en soberbias insoportables,
otros asumiendo, que los demás son los mortales...
he visto rocas cursar los espacios,
he visto piedras hablarme despacio,
he entendido que lo inmortal es comprender los pasos,
que hacen del éxito un mero fracaso,
por ello ando lento, como cansado,
en realidad contemplo cómo se da forma el pasado...
ya no reniego de verme olvidado,
he aprendido a descubrir cómo es que se miente a un ser amado,
por ello ando solo entre parajes elevados,
conozco senderos por los que nadie ha pasado,
me encuentro con fantasmas que me andan buscando,
para compartir penas y arenas en descanso...
espero que los vientos revuelvan los aires,
espero que las nubes atemperen mi paso,
no ando con urgencias ni estoy apurado,
he dejado por detrás a los que endosan fracasos,
a veces me siento sobre una roca, como si estuviera esperando,
en realidad miro lo que se pierden los que vienen viajando...
sé que hay ancestros que me están invitando,
en verdad soy yo quien los está esperando,
los que he amado se han ido cruzando,
ríos de luz que los sostiene vibrando,
creían en sus cuerpos y en los tiempos pasando,
mientras yo les decía que sólo estaban soñando,
ahora están allá, justo del otro lado,
han descubierto la importancia del afecto en anonimato...
he visto una roca... me está hablando...
me ha dicho que la inmortalidad,
es su patrimonio innato...
le he dicho que sé como viajar por el espacio,
prescindiendo del tiempo,
hechos negados...
hemos descubierto que finalmente, somos hermanos.
OCTUBRE 21, 2013.-
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