lunes, 15 de junio de 2015

ASANGA o LA COCINA DEL MONASTERIO [यो मठ भान्सा] Yō maṭha bhānsā


el dispensador dice:
en el Tíbet nada es como parece,
o quizás nada es como los sentidos los perciben,
o tal vez, las realidades cambian según quien las persigue,
o posiblemente, 
los destinos no se escriben como en occidente,
y hasta las distancias no son lo que parecen...
a tal punto, que algunos nacen viejos,
así como algunos viejos ni siquiera mueren,
porque descubren los portales,
por donde la luz escurre cada vez que puede,
separándose del tiempo... mientras éste desvaría...
y los espíritus se entretienen...

alguien parecía cocinar en el monasterio,
pero en realidad,
no había más que silencios,
nada se movía,
salvo los fuegos,
todo estaba quieto,
excepto el aire paseando sentimientos,
los fuegos se mantenían encendidos a sí mismos,
y algo hervía, pero no eran líquidos,
y algo olía como a sopa,
pero la soledad se sostenía en una sola hoja,
algún ermitaño en una copa,
algún pensamiento flotando como roca,
allí la voluntad se expresa,
creando imágenes de realidades desparejas,
algunas paralelas,
otras que se asemejan...

hay puerta,
pero nadie llega...

hay ventanales,
que permanecen siempre abiertos...

pero nadie se duerme,
porque nadie despierta,
el tiempo no se desplaza,
cuando la eternidad es "eterna"...

hay un más allá,
para quien sabe de letras,
y hay otro más allá,
si la pintura es en tela,
promoviendo dimensiones,
para quien se cuela,
favoreciendo luminarias,
que parecen estrellas,
pero allí no hay noche,
porque tampoco hay penas,
los espíritus se trasladan,
batiendo sus alas... 
para que las oraciones vuelen,
impregnándose de las esencias...

todo flota...

mientras la quietud espera...

siempre hay algún viajero,
que siguiendo su propia soledad,
alcanza este silencio que lo desvela...

y justo allí,
se abre la puerta,
ingresa un elegido,
sin emitir sonido,
porque no sabe de quejas...
sólo se acerca,
y bebe de la infusión eterna,
excede la vida,
y del destino se aleja,
encuentra la geometría,
de la antigua esfera...
se sabe comprendido,
y simplemente se entrega,
un rumor vibrando,
suena como panal de abejas,
mucho murmullo,
bajo tejas viejas...

ya no hay horizontes...

el espacio es de libertad añeja...

la voluntad mueve,
y el esfuerzo... ni siquiera pesa.
JUNIO 15, 2015.-
LA VIDA DE ASANGA..

Se cree que Asanga vivió entre los años 310 y 390 de nuestra era. Fue el mayor de tres hermanos, hijos de un brahmín, sacerdote de la corte en Purusapura (hoy Peshawar) en lo que entonces era el reino de Gandhara. Todos los hermanos llegaron a ser monjes en la orden sarvastivada.

Los sarvastivadines, “los que afirman que todo existe”, creían en la realidad de los objetos externos de la conciencia y, en ese tiempo, su antigua tradición escolástica era prominente en Gandhara.

Asanga y la Perfección de la sabiduría.

Sin embargo, mientras hacía sus estudios, Asanga se encontró con los sutras del Prajñaparamita (los textos de la Perfección de la sabiduría) del mahayana que, para entonces, estaban revirtiendo ya a las escuelas escolásticas establecidas del budismo en favor de una vida dedicada a la compasión activa.

Asanga parte para meditar en busca del buda Maitreya.

Como Asanga no lograba comprender esos textos ni recibía para ello ayuda de sus maestros se retiró al bosque para meditar.

Ahí, según la leyenda, entró en una cueva decidido a no dejar la meditación hasta que el buda Maitreya se le manifestara. Sin embargo, después de tres años sin obtener resultados salió de su cueva desanimado.

Cerca de ese lugar se encontró con un hombre que estaba haciendo una aguja con un perno de hierro, el cual tallaba con un pedazo de algodón.

Los siguientes seis años de meditación...

Cuando Asanga vio la faena que realizaba aquel herrero retornó su resolución y volvió a la cueva, donde meditó sin rendirse durante seis años más. De todos modos, Maitreya seguía sin aparecer.

Descorazonado, Asanga volvió a dejar su cueva y fuera de ella vio una roca que había sido desgastada por una gotera constante y por el roce de las alas de las aves que pasaban por ahí.

Su meditación continúa por otros tres años más...
Una vez más, su paciencia regresó y retomó su meditación, ahora por otros tres años. Al final, después de doce años sin obtener el resultado que esperaba, se desesperó por completo y salió para volver a su monasterio.

Encuentro con la perra vieja.

En las afueras de un poblado vio a una perra vieja que tenía las patas traseras cubiertas de gusanos. Se compadeció de ella y por tratar de aliviar su sufrimiento entró en un conflicto, ya que no sería capaz de destruir a esos gusanos. Lo que hizo, en cambio, fue cortar un pedazo de carne de su propio muslo y ponerlo cerca de la perra.

Luego, sacando la lengua, se preparó para transferir a las larvas una por una. La herida tenía un aspecto tan desagradable que tuvo que cerrar los ojos.

Maitreya se presenta al fin.

De pronto, Asanga oyó un fuerte sonido y abrió los ojos. Ante él, esplendoroso, estaba Maitreya. A pesar de su alegría, Asanga exclamó sin pensarlo: “... Por qué nunca viniste a mí durante los doce años que estuve meditando?”.

Maitreya respondió, “estuve contigo todo el tiempo pero no podías verme porque no sabías lo que era sentir una gran compasión. Trata de llevarme al pueblo sobre tus hombros para que la gente me vea”.

De modo que Asanga cargó a Maitreya sobre sus hombros y lo llevó por todo el pueblo, con la esperanza de que los habitantes vieran al Buda, más nadie en el pueblo vio a Maitreya y apenas una anciana se fijó en la perra.

Asanga va al cielo Tushita

Maitreya llevó a Asanga al cielo Tushita donde estudió el Dharma 50 años. Cuando por fin retornó a la India llevaba consigo una gran cantidad de importantes textos del yogachara.

Posibles significados del simbolismo del viaje de Asanga
Es posible que esta leyenda apunte hacia elementos muy significativos sobre los orígenes del yogachara. El cielo Tushita, al igual que todos los cielos en el budismo, es la contraparte objetiva de los estados mentales más elevados que se experimentan en la meditación. Maitreya vive en el cielo Tushita, por lo que quizás Asanga lo vio en su meditación.

Posible encuentro de Asanga con el ermitaño Maitreyanatha

Por otro lado, se dice también que quien le enseñó acerca de la doctrina yogachara fue Maitreyanatha, que vivió alrededor de los años 275 al 350.

Posiblemente Asanga lo conoció como una especie de filósofo ermitaño durante su largo retiro.

Textos clave del yogachara

El Yogacharabhumi de Asanga es un texto clave del yogachara. Básicamente, se trata de un manual de meditación y práctica. Empieza con una introducción a la meditación de la atención consciente, enfocándose en el propio cuerpo, en sus sensaciones y sus pensamientos, así como en los dharmas, tanto en uno mismo como en los demás.

A través de esto surge una percepción preliminar que profundiza en la indistinción entre yo y los demás. Luego, otras meditaciones ahondan sobre esta percepción en niveles cada vez más sutiles.

Al eliminar poco a poco la actividad mental que da lugar a la percepción de la dualidad, el practicante atraviesa las diversas etapas del sendero del bodhisatva. Al final, experimenta “un giro en el asiento más profundo de la conciencia”, tras el cual uno mora en un tathata (un atributo fundamental) indiferenciado y puro.

Este enfoque adoptó con libertad el análisis que el Abhidharma hace del yo y el mundo, descomponiéndolos en dharmas y lo incorporó a la visión mahayanista del universo.

Asanga convierte a su hermano.

Asanga continuó hasta convertir a su hermano Vasubandhu al mahayana y, particularmente, al estilo yogachara. Juntos, ambos hermanos ejercieron una enorme influencia en el pensamiento y la práctica budista de su época.

Thuk Je Che Tibet.
Thuk Je Che Tibet

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