TAPERA
La Vitícola (Bahia Blanca)
Pueblos BuenosAires
el dispensador dice:
aún era de día,
pero parecía estar atardeciendo,
sentía escalofríos en la espalda,
alguien me había boleado los sentimientos,
y al verme caído indefenso,
clavó su lanza precisa,
justo en mi lado izquierdo,
para luego reirse demasiado,
dándome simplemente por muerto...
permanecí yaciente sin respirar,
y con los ojos abiertos,
asustando a los fantasmas,
de sus engreídos ancestros,
que así como vieron,
despreciaron los despojos,
y simplemente huyeron...
había buitres revoloteando,
y otros que andaban sedientos,
como pude me puse de pié,
y les dije: "todavía no es mi tiempo"...
cabalgué como se dice,
por un largo, largo tiempo,
buscando una cura,
para tanto desconcierto,
me dolía el puntazo,
pero más me sangraba el aliento,
iba dejando huella,
rojos sangre como siguiendo,
huella de caballo impecable,
escultor de paso lento...
dolor profundo en la columna,
irradiándose hacia el desierto...
mucha pradera,
para ningún entendimiento,
demasiado cinismo suelto,
y el destino herido... despegándose hacia el cielo...
caí junto a la tapera,
sin lograr cruzar el alambre cortado,
olvidos que acerca el viento,
y vi como parado,
que allí dejaba el cuerpo,
ya no tenía fuerzas,
para mantener el corazón abierto...
¿para qué quedarse,
si ya no se tiene cuerpo?...
pretendí decir algo al caballo,
pero la soledad no necesita agregar nada,
cuando la libertad es a puro viento...
lo vi alejarse despacio,
llevándose consigo el recuerdo,
vi también un duende jinete,
que entendía lo que estaba sucediendo...
en la Tierra nada queda lejos,
cuando te sobran los afectos,
así es que me evaporé,
a sabiendas que lo quedaba allí,
de a poco se iba ir pudriendo...
es bueno desplegar las alas,
y volar... hacia los añorados cielos.
JUNIO 16, 2015.-
desde lo lejos...
vi a un grupo de gorriones,
hacer honor al mensajero muerto.
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