DE DIOSES, HOMBRES Y RATONES - Sukeina Aali-Taleb
A mis oídos llegó un día la historia de un hombre ciego.Entre verdad y leyenda, este cuento llegó a mí, arrastrado y aupado por el viento. El viento del Sáhara que ruge airado en ocasiones, y otras, como hoy, suave y apacible para permitir que se escuche esta sencilla historia de dioses, hombres y ratones.
Dios fue a visitar a un hombre ciego,
su fin era concederle un único deseo.
El hombre ciego pensó,
y un instante tardó en decidir su deseo.
Entre las miles de cosas que un hombre puede desear,
aquel hombre ciego le pidió a su Dios
ver el mundo del que tanto había oído hablar,
aunque sólo fuera un minuto.
Dios le concedió el deseo,
y le permitió ver el mundo.
Cuando sus ojos se abrieron
y en ellos penetró por primera vez la luz del sol,
la suerte puso en su camino a un peludo y torpe ratón
que avanzaba a saltitos sobre las alfombras.
Lo observó atento,
y al cumplirse el minuto,
sus ojos se cerraron
y en ellos no volvió a penetrar jamás la luz solar.
Desde aquel momento,
cuando escuchaba a otros hombres hablar,
ya no se quedaba en silencio.
Si oía decir que algo era muy grande,
apuntaba convencido: grande como aquel ratón que un día vi,
si alguien era ágil, el hombre ciego señalaba,
ágil como aquel ratón que un día vi,
y si algo era realmente bello,
para nuestro hombre ciego era bello y hermoso
como aquel ratón que un día vio.
el dispensador dice:
puede que teniendo ojos no veas,
puede que teniendo oídos no oigas,
puede que teniendo cerebro no entiendas,
puede que niegues la gracia que se te concede,
puede que el camino no te lleve donde quieres,
puede que cuando te acerques... en verdad te alejes...
puede que tus palabras sólo expresen... cosas que hieren...
puede que no descubras las señales que te lleguen,
puede que no sepas por qué el desierto te rodea,
puede que no sepas por qué tu propio espejo no te refleje...
puede que la confusión te envuelva... cada vez que puede...
puede que tu voluntad se obligue a creer que no puede,
puede que el sentido del esfuerzo no te llegue...
puede que envidies lo que los otros tienen...
puede que la soberbia te nuble lo que se te muestre,
puede que el desprecio te gane... y el odio te sumerja entre arenas que hierven...
puede que la soledad te gane y te rodee,
puede que permanezcas sin que nadie lo considere...
¿sabes dónde puede quedar el Sahara?...
hay desiertos en las almas vacías,
que se excusan diciendo que "no comprenden"...
cuando no aprendes a construir tu "adelante",
pasarás tu vida regresando la mirada,
para apreciar aquello que no has hecho,
por esa inercia que te atrapa,
en una comodidad sin compromiso... que finalmente mata.
SEPTIEMBRE 29, 2014.-
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