domingo, 28 de septiembre de 2014

ZAPATOS EN ALERTA ► [Henciclo] interruptor - Inutilidad del zapatazo - la columna de H enciclopedia

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BRIGIDECES ERAN LAS DE ANTES

Inutilidad del zapatazo

Carlos Rehermann



Ahora es bastante fácil enterarse 
de que “brígido” es un chilenismo para referirse a algo terrible. En Uruguay solía usarse, en círculos selectos, como calificativo para ciertas personalidades. Recuerdo con precisión la circunstancia en la que se me educó en tal sentido. Un compañero de aventuras me había dicho de alguien que era un brígido. Cuando inquirí acerca del significado del vocablo, cuya esdrujularidad me hacía imaginar adecuado para designar rubias insensibles, abundó: “¿Viste a Nikita Kruschev cuando se sacó un zapato en las Naciones Unidas y aporreó el escritorio? Bueno, 
Nikita Kruschev era un brígido”.
Desde entonces entendí la acepción lunfarda nacional de brígido, pero sobre todo me interesó averiguar algo más acerca de los zapatazos de Kruschev en las Naciones Unidas. ¿Por qué el líder de una de las dos potencias que tenían en sus manos el destino de la humanidad tendría que ponerse a golpear su escritorio con un zapato? En general la gente que tiene el poder suele guardar las formas, hecho del cual extraigo la conclusión de que golpear el escritorio con un zapato es una forma claramente guardada, puesto que Kruschev tenía muchísimo poder. Lo que hay que tratar de identificar es el sentido de ese gesto extraño al decoro de los funcionarios y delegados que habitan la sede de la organización planetaria.

Circula en internet una foto que no convence: Kruschev, con gesto gritón, con el brazo en alto, parece sostener un mocasín. Si uno mira los registros cinematográficos y fotográficos del premier en sus comparecencias en las asambleas de las Naciones Unidas, verá que levantaba el puño con frecuencia. En la sesión del 12 de octubre de 1960 estaba tan indignado con algunos de los discursos que golpeaba violentamente el escritorio con el puño, junto con otros miembros de su delegación. Si se examina con cierta prevención la foto del mocasín, se verá que la forma del puño no concuerda con el gesto de sostener un objeto. Además, el mocasín, en funciones de martillo, está orientado al revés: la zona destinada a golpear no es el tacón sino el talón. ¿Cabe imaginar que un individuo capaz de subir al poder en medio de la jauría soviética post estalinista se equivoque al agarrar un mocasín? No: la foto es falsa.

Un artículo del periodista William Taubman, publicado en el New York Times en 2003, intenta establecer la verdad: ¿golpeó o no golpeó la mesa con su zapato el premier de la URSS Nikita Kruschev el 13 de octubre de 1960? Entre múltiples testimonios, Taubman recogió el de John Loengard, antiguo editor fotográfico de la revista Life. Loengard estaba en la Asamblea General de las Naciones Unidas ese día, y recuerda claramente el incidente del zapato. Su testimonio es notable: “Kruschev no golpeó el escritorio con su zapato, pero claramente tenía intención de hacerlo”. Al parecer puso el mocasín en el escritorio y lo señaló a algunos delegados árabes, como diciendo que iba a usarlo. Los fotógrafos (según Loengard, unos diez de varios medios muy importantes) estaban pendientes de Kruschev. “Si hubiera usado el zapato lo habrían fotografiado”, dijo. El gesto hacia los árabes podría tener algo de sentido, especialmente si se toma en cuenta que el calzado, para algunas culturas orientales, es un objeto que simboliza lo sucio y lo abyecto. Pero al parecer lo que indignó a la delegación soviética fue un discurso del representante de Filipinas, que reclamó a la URSS que dejara en paz a algunos de los países europeos que estaban bajo su, digamos, protección.

Taubman recogió unos cuantos testimonios más: algunos aseguran que Kruschev golpeó el escritorio con el zapato, y otros dicen que no lo golpeó. La nieta de Kruschev contó, en 2000, que en la familia había una explicación que tenía que ver con zapatos nuevos y apretados, un reloj que se caía al suelo debido a los golpes de puño del abuelo, y la circunstancia de haberse quitado los zapatos por el dolor de pies. En la autobiografía de Kruschev, que se publicó en 1971, el año de su muerte, Kruschev dice que una vez, en un contexto de rechazo a la dictadura de Franco, se sacó un zapato en las Naciones Unidas y contribuyó al alboroto general que se había producido, con golpes de su autoría. Nadie recuerda ese hecho.

Zapatos políticos ha habido y sigue habiendo. El incidente del ataque con zapato a George Bush, protagonizado por un periodista iraquí, demuestra que hay contenidos asociados a los zapatos que no deben menospreciarse. Algunos dirán que el intercambio de zapatazos es el vínculo más razonable que se podía mantener con Bush. Como sea, no puede haber dudas de que el zapatazo del iraquí fue un gesto político.


No se trata de una agresión material, radicalmente antipolítica, como la que sí intentó el diputado uruguayo Edison Rijo cuando arrojó un vaso de vidrio contra las barras, donde se encontraba María Almeida de Quinteros, madre de una asesinada por la dictadura. El zapato iraquí es otra cosa. Y el caso de Kruschev tiene interés porque sigue circulando como rumor, cincuenta años después de haber (o no haber) ocurrido.




La imagen de ese viejo regordete golpeando con su mocasín un escritorio me hace imaginar reuniones en viejos graneros rusos, donde todos eran más o menos iguales, y la manera de hacerse oír, en el calor de la discusión, tenía que ver con el grito o el alboroto de cualquier forma. Eso significa política. Todos tenían un zapato (o quizá un zueco) para reclamar su derecho a la palabra. Quienes tienen el respaldo de un grupo de poder, o una patota que los protege, o, peor aún, una “institución que los ampara” (cito a Roberto Appratto) no tienen la necesidad de alzar la voz. Esos pueden permanecer serenos.

Una persona puede verse obligada, de vez en cuando, a sacarse el zapato y aporrear el escritorio. El asunto es ¿qué relación hay entre el gesto de violencia y lo que hay para decir una vez que se asienta el polvo? No queda claro lo que dijo Kruschev después de sus hipotéticos zapatazos, pero se sabe lo que decía, en términos generales, calzado o no. Era, recuérdese, el sucesor de Stalin; en 1956 había pronunciado un discurso (conocido como “discurso secreto”) en el que denunciaba los crímenes del estalinismo. Por cierto, él mismo había hecho carrera al amparo de Stalin, de manera que su denuncia puede ser puesta en cuestión. Y si bien la famosa “crisis de los misiles” ocurrió durante su mandato, es bastante probable que él haya frenado algunos ímpetus guerreros de sus compatriotas, dignos compañeros del Doctor Strangelove.

No sabemos si golpeó un escritorio con su mocasín, pero ese es el detalle que lo convierte en una figura histórica cargada de peso político. Fue contemporáneo de John  Kennedy, que también pasó a la historia a través de un acto físico convertido en político: su muerte. El caso de Kruschev es más complejo, o se carga de mayor significado, porque al parecer el acto nunca ocurrió. Pedir la palabra es una parte esencial del show del zapato. Los zapatazos en el escritorio tienen el objetivo de hacer espacio para que se lo escuche. Eso significa que tiene algo para decir. Es difícil imaginar en esta época, en cualquier parte del mundo, que haya la necesidad de agacharse, quitarse un zapato y ponerse a golpear el escritorio. ¿Para qué? Con ejemplar calma, los asambleístas evitan los discursos extremos, esperan el discurso del otro para tratar de acoplar sus palabras al tono precedente, y no se aventurarán a llamar demasiado la atención, no sea cosa de lograr un silencio expectante que les exija proferir alguna idea.



el dispensador dice: no sé si te lo dije... pero prefiero sentir a mis plantas conectadas a los suelos, a las arenas, a las playas, a las aguas, al tiempo ése del cual me hablas... eres otra "persona" cuando te descalzas... podría decirte, incluso, que hasta puedes sentir tus alas...

no sé si te lo dije... pero prefiero sentir a mis plantas conectadas a los verdes de las plantas, a las gramíneas, a las praderas peinadas... mientras ellas me regresan el sentido de los tiempos y el valor de las palabras...

no sé si te lo dije... pero no me cuesta andar descalzo... porque la tierra salva, tanto como lo hacen los fuegos y las lavas... hay una conexión genuina con aquello que se ama... porque te sientes conectado con la gracia que te trae, que es la misma que te habla, que es la misma que te llama, que te hace regresar a ser nada... haciéndote comprender la importancia de los ángulos en una geometría plana...

debes saber que las huellas se borran cuando pasas... no así los hechos, que permanecen en tu espalda, como testimonio de un ángel, de la consciencia y de la circunstancia, porque así se escribe el destino... aprobando la sucesión de puntos que hacen de la recta una curva hacia la nada... de un esperado mañana, que a veces llega, y a veces te esquiva para llevar hacia otro lado la gracia...

hay una conexión eterna entre lo que pisas y tu gracia... a veces parece un castillo en ruinas... otras un castillo olvidado... donde puedes hallar tus memorias, aún cuando el techo caído se haya convertido en un cielo estrellado... ¿has soñado alguna vez bajo el SOL...?... ¿has soñado alguna vez bajo el cielo estrellado?... es la misma sensación que andar descalzo... allí te sientes redimido... salvado... porque te sientes conectado a las dimensiones del pasado, del presente, y del futuro que aún no has caminado... por eso no es lo mismo que andar calzado, puesto en tus zapatos... allí algo te aisla de lo que te estaba esperando... no puedes ser antena si no estás dispuesto a sentir fino lo que estás escuchando... tal vez sea por eso que el humano anda extraviado...

cuando te descalzas te das cuenta de la importancia de estar conectado... con la naturaleza a la que perteneces, que es la misma que te trajo... cuando te descalzas los sueños son más lentos y te conducen a lugares impensados, abundando en razones no humanas, propias de paraísos lejanos... allí entiendes por qué perteneces, al tiempo concedido y al otro que vienes cursando... hay mucho más de un cielo, detrás de cada paraíso donde estás registrado...

eres el suelo... al que estás conectado...

eres el aire... que has respirado...

eres lo que bebes... aún cuando tu sed no se ha saciado...

si sabes de las esencias y de los sentidos de las fuentes que se han ocultado, entonces entiendes el valor de andar por la vida, descalzo...

debes saber entonces, que podrás hallar espejos en los muros olvidados... pero no hay sueños que no puedan ser recordados... siempre que al soñarlos, hayas estado descalzo... conectado con la eternidad que te trajo, de la que eres parte, a pesar de haberlo negado...
no eres nada cuando te colocas zapatos...
pierdes suelo...
ya no es verdad el sentido de la palabra "amado"
pierdes el sentido de estar conectado...
pierdes el valor del aire que estás respirando...
pierdes el valor de las fuentes a las que estás conectado...
todo ello por un par de zapatos...
ahora entiendes, el por qué de estar descalzo... ante la llegada de los Reyes Magos...
pierdes la inocencia cuando estás calzado...
pierdes la humildad al estar desconectado...
omites el valor intrínseco de la gracia que te trajo...
desconoces la importancia del sello del destino que te cobija debajo...
por eso es bueno,
que regreses a las fuentes, 
aprendiendo el valor de andar... descalzo...
SEPTIEMBRE 28, 2014.-

recuerda que, siempre, aún estando en la Tierra que anda girando...
estás en el espacio de un universo que siempre, siempre, permanece descalzo.

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