Silvina Ocampo, la gran escritora detrás de Adolfo Bioy Casares
Día 16/09/2014 - 10.24h
La biografía «La hermana menor» recupera la
figura de la autora argentina
ABC
Silvina Ocampo (1903-1993) era radical en su militancia. Olvídense de géneros. Hablamos de literatura en estado puro. Porque la escritora, esquiva y extraña, fue una de las más grandes integrantes de las letras argentinas del siglo XX. Pareja de Adolfo Bioy Casares (1914–1999), vivió a la sombra del autor de «La invención de Morel» durante más de cuarenta años, entregada a ese amor que solo entienden los que de verdad lo sienten. Y es que, como escribió su gran amigo Jorge Luis Borges (1899–1986), «Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor».
Pero Silvina Ocampo decidió vivir (y amar, para después escribir) en lugar de prescindir, como deja bien claro «La hermana menor»(Ediciones Universidad Diego Portales), biografía de la autora escrita por Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) que llega a España coincidiendo con el centenario del nacimiento de Bioy Casares. «Hace unos años hice un perfil de Alejandra Pizarnik, quien, se rumorea, tuvo un romance con Silvina Ocampo. Ése fue el germen», confiesa Enríquez vía email.
Al poco tiempo, la periodista y editora Leila Guerriero (Junín, 1967) la sugirió escribir sobre Silvina, reto que aceptó, pues «es un personaje misterioso». El objetivo era, según explica Guerriero también por email, responder «una serie de preguntas: ¿había sido poco valorada en vida?, ¿cómo había sido su relación con Bioy y con su hermana Victoria?, ¿cómo había encajado en su época?, ¿había sido una mujer fascinante, hechicera, feliz, infeliz?».
Preguntas que en «La hermana menor» obtienen respuesta gracias al trabajo de Enríquez. «Fue la cuentista más importante de Argentina. Era intencionalmente secreta y discreta; sus libros de cuentos, en ocasiones surrealistas y muchas veces crueles, no se parecen a nada», asegura Enríquez. «Quizá por esa originalidad le costó encontrar lectores. Además era una mujer extravagante: riquísima, de unafamilia aristiocrática (los Ocampo) y sin embargo sumamente austera y sencilla, no tenía vida social, la mayoría de sus amigos eran gays, artistas o gente común», remata.
Junto a Bioy Casares formó una pareja muy especial... y abierta. «Él tenía muchas amantes, probablemente ella también. Sin embargo, jamás se separaron, hasta el final fueron lectores el uno del otro (Bioy decía que no publicaba nada sin mostrárselo a Silvina)». Además, erauna de las pocas amigas de Borges, a quien solía acompañar al médico y con el que cenaba casi todos los días. El autor de «El Aleph» admiraba a Silvina (sobre todo como poeta), aunque Enríquez sostiene que «ella era mucho más arriesgada que Borges y Bioy».
Una autora de «talento magnético»
Ese riesgo hizo, como explica Guerriero, que «su talento magnético» trascendiera «el círculo áulico de los que siempre la admiraron y empezó a hablarse de ella como de una autora de enorme valía». De laSilvina cuentista, poeta, pero sobre todo de «una mujer con un universo propio muy único, sumamente complejo, oscuro y luminoso a la vez», que vivió siempre con el afán de permanecer oculta, pues en ella «había una suerte de opacidad voluntaria, muy enraizada desde pequeña».
Opacidad que, según Enríquez, mantenía «un poco por pudor y otro poco para tener libertad: al estar ‘oculta’ podía prescindir de muchas de las obligaciones que se le imponen a una mujer de su clase social y de su familia». Porque «Silvina hacía lo que quería, vivía como quería y, en su época, necesitaba no ser demasiado pública». Para eso dejó su obra, para trascender más allá de su vida. Y para que en el centenario de Bioy se hablara de Silvina Ocampo, la gran escritora argentina.
suele haber una sola vía,
suele haber un solo tren,
pocos vagones,
muchos vagones,
con o sin locomotora...
suele haber varias vías,
suele haber más de un tren,
pocos vagones,
muchos vagones,
con o sin locomotora,
a veces no se sabe cuál es la fuerza,
que lo mueve,
que lo empuja,
quien o quienes suben,
quien en sus miserias se estruja...
puedes subir a uno o a otro,
la oportunidad es un artilugio que no vuelve,
si la tomas... puede aparecer la suerte...
si no la tomas... todo puede cambiar...
incluyendo en ello hasta la oportunidad,
para que quien debe,
llegue tarde a verte...
a veces subes solo,
a veces suben otros,
los vas conociendo mientras el tren anda...
algunos se quedan,
otros se bajan,
algunos permanecen,
mientras otros toman distancia,
finalmente,
la vida es rara,
y las personas son como los campos,
producen según se los ara,
según se los siembra,
según se los trabaja...
y si ello no sucede,
simplemente pasan...
a veces encuentras compañeros de viaje,
a veces entre vagones anda tu alma,
a veces la soledad te alcanza,
muchas otras el silencio te gana,
todo sucede acorde al tiempo,
ése mismo en que la vida se escurre, pasa...
a veces las amistades se conservan,
otras se desgranan,
a veces das mucho y creas esperanza,
a veces te quitan todo y te culpan por tener espalda,
todo depende de la siembra,
y de las calidades de las almas...
y finalmente llegas a una estación,
destino desconocido,
has creído haber ganado,
pero te has visto perdido...
y te indican que el boleto termina allí,
justo cuando no lo esperabas,
entonces suspiras... y bajas...
no hay estación...
la vida se enrolla como si fuese una persiana...
y dejas el lugar a otro,
que también cree que viaja,
cuando en verdad nada se mueve,
sólo es el destino... el que nos pasa.
SEPTIEMBRE 17, 2014.-
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