Javier Sierra: «Los libros han dado un paso hacia la inmortalidad superior»
Día 10/09/2014 - 10.46h
El autor habla sobre «La Pirámide Inmortal»,
su última novela
BELÉN DÍAZ
Sus best sellers se mantienen con fuerza en los estantes de las librerías. Fue el primer escritor en entrar en la lista de los 10 más vendidos de «The New York Times» y se ríe cuando le comparan con el estadounidense Dan Brown. Asegura que su secreto lo guardan los lectores, que buscan ser cómplices de sus historias, ser parte de una búsqueda colectiva hacia las grandes preguntas: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Javier Sierra trata el mayor misterio de la humanidad en el que es su undécimo libro, «La Pirámide Inmortal», una novela que, en sus propias palabras, «bascula entre el amor y la muerte», y gira en torno a la noche que pasó Napoleón Bonaparte en 1799 encerrado en la Pirámide de Giza.
–«La Pirámide Inmortal» no es del todo desconocida para sus seguidores.
–Tengo la vocación de ir dejando una obra lo más perfecta posible. La novela de la que parte es «El secreto egipcio de Napoleón», publicada hace doce años, cuando era un narrador menos experimentado. Tenía la sensación de que había tramas y personajes que no estaban bien cerrados e incluso una sensación de exceso, había volcado demasiada información. De modo que decidí un replanteamiento radical y le di una segunda oportunidad, una especie de resurrección.
–¿Qué pasó cuando Napoleón se encerró en la Pirámide de Giza?
–Allí construyó el personaje que después fue. El acontecimiento histórico aparece siempre en sus biografías como una nota a pie de página. Pero cuentan que Napoleón emergió de la Pirámide muy alterado, y al ser preguntado respondió: «Aunque os lo contara, no me ibais a creer». Sin duda le llevaron allí sus lecturas de juventud, lo que había leído sobre el Faraón Seti y otros que habían pasado noches en la Gran Pirámide. Y quiso demostrar que era un líder con valor. Había fracasado en su campaña militar en Egipto y en sus planes de expansión por Oriente Próximo. Esa noche le ayudó a exorcizarse de su pasado y a rediseñar París.
–¿Cómo influyó esa noche en Javier Sierra?
–Yo quería entender qué había sentido Napoleón, de modo que decidí pasar mi propia noche en 1997. Fue una experiencia desgarradora que rompió la visión de la vida que yo tenía hasta ese momento. Al cabo de un rato de apagarse las luces, tuve la sensación terrorífica de diluirme en la oscuridad. Estaba despierto, nervioso y excitado. Sentí que estaba viviendo un simulacro de muerte y cuando salí de allí, sentí que había renacido.
–¿En qué otro lugar histórico le gustaría pasar una noche?
–En las Cuevas de Altamira, donde nació el arte. Y en la Catedral de Santiago de Compostela.
–En su novela dice que «quien muere, vive para siempre y quien se aferra a la vida, muere eternamente».
–Las civilizaciones antiguas vivían más intensamente la vida porque tenían más presente la muerte, y todo lo que hacían estaba orientado a vencerla. Nosotros nos preocupamos poco por el bienestar del alma,y nuestros anhelos profundos están en los cánones de la sociedad. Todo lo tasamos, lo vendemos, lo medimos, pero hay cosas como el amor, el alma, el sentido de la trascendencia... que no podemos someterlos a ese juicio.
–¿Los libros son tan inmortales como las pirámides?
–Lo son. Los libros han dado un paso hacia la inmortalidad superior. Puedes acceder a ellos no solo en papel sino en medio de unajungla electrónica. Y son los que mueven las respuestas a las grandes preguntas. La literatura y el arte son quizá, el único reducto que tiene la mente humana para encontrar las respuestas trascendentales, porque es cuando nos convertimos en dioses, en inmortales, capaces de crear de la nada y responder a nuestras propias preguntas.
–¿A qué pregunta quiere buscar respuesta Javier Sierra?
–Hay algo que me persigue desde niño, y es «si estamos solos». Es una pregunta a la que la ciencia no ha encontrado todavía respuesta.
podría decirte que gustan los silencios,
pero eso ya lo sabes,
porque has estado atento...
podría decirte que me complacen las lecturas,
pero eso ya lo sabes,
te he descripto lo que para mí significa la espesura...
podría decirte que soy un cultor de las letras,
pero eso ya lo sabes,
de hecho siempre vienes,
indicándome que te sientes bien, cuando regresas...
a veces me pregunto...
¿qué sería de la Tierra vacía?,
¿que sería de la Tierra sin humanos?,
¿qué sería entonces de las bibliotecas?,
¿quién leería el genio desperdiciado?,
¿quién sería sabio si hubiera presencia de ojos,
en otros labios?...
sabes?, me espanta el vacío endiosado,
sabes?, me aterra lo singular de la nada en el claustro abandonado...
y quiero huir,
pero no me siento capacitado,
entiendo la lucha como signo y sello... de mi propio pasado...
signo de auras,
sello de karmas,
luchas de un simple ser alado...
me espantan los vacíos,
el saberme despreciado,
el descubrir que pudiendo haberlo sido,
nunca fui amado,
por aquellos que lo recitaron,
mientras escondían sus trampas,
bajo las alfombras de sus tiempos negados...
me aterran las nadas,
de los océanos nunca navegados,
de los muelles nunca alcanzados,
de los puertos desolados,
de las velas nunca desplegadas,
de los esfuerzos que otros se llevaron,
de las voluntades que otros se afanaron,
llevándose consigo... sapiencias consentidas,
de distintos significados.
SEPTIEMBRE 10, 2014.-
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