Luis Mateo: «Vivimos en un mundo con más comunicación que nunca pero más solos»
Día 18/09/2014 - 13.04h
El escritor publica «La soledad de los perdidos»,
una historia sobre los años oscuros y la
supervivencia en la posguerra
JOSE RAMÓN LADRA
Cuando a uno le gusta algo de un lugar, acaba volviendo. Algo así le debe ocurrir a Luis Mateo con sus «Ciudades de Sombra», coordenadas simbólicas de lugares oscuros repletos de desconcierto y ruindad. El escritor leonés hace una remisión a esos destinos imaginarios en su vuelta a las librerías con «La soledad de los perdidos» (Alfaguara), una novela transformada en un desolado canto de supervivencia y superación ante la adversidad, una historia centrada en un hombre que debe huir en una posguerra que es un tiempo inmovilizado y mantiene a quienes la habitan, apresados por la desgracia.
–¿A dónde viaja «La soledad de los perdidos»?
–A un pasado, a una historia intemporal menos arraigada que lo que podía ser una posguerra de nuestra Guerra Civil, a una historia de alguien que tuvo que ser perseguido y se tuvo que transformar adquiriendo otra personalidad, y a la soledad de esa huida. Es en eso último una fábula moral seguro que muy actual, simbólica y llena de metáforas, un poco la idea del subsuelo de lo que nos está pasando ahora.
–¿Tiene algo que ver con la situación actual?
–Mucho. La soledad y la perdición son también de nuestro tiempo. La sensación de no saber muy bien qué va a ser de nosotros, los cambios de la realidad, la inseguridad, la desconfianza... Parece mentira que vivimos en un mundo donde hay más comunicación que nunca pero estamos más solos que nunca. Si Ambrosio Leda –el protagonista de la novela– llamase hoy al timbre de mi casa me diría seguro «Luis, déjame meterme debajo de tu cama».
–¿Qué le atrae tanto de las «ciudades de sombra»?
–Las guerras y las posguerras son tiempos eternos, literariamente hablando. Yo soy un niño de posguerra y mi memoria, que alimenta mi imaginación, está llena de detalles de un tiempo
oscuro, silencioso, contradictorio, lleno de miserias humanas pero a la vez de grandes afectos e intentos de curarse de lo terrible, de querer olvidar lo malo. A mí me gusta revisitarlos, no para reconstruirlos política, histórica y sociológicamente sino en el sentido simbólico de esas vidas ocultas, por la herencia legendaria de esas ciudades y el hecho de cómo el tiempo deteriora la belleza de las cosas.
–Su editorial define esta novela como «su obra maestra».
–Las editoriales tienen la misión de poner una faja que sea un reclamo en estos tiempos en los que las cosas están tan precarias. La considero una de las más importantes, eso sí, porque es la última que he escrito y tal vez sea más ambiciosa y nutrida de muchos asuntos de mi propio mundo. También me he dado cuenta de que este viaje a un pasado imaginario puede ser el mejor espejo simbólico que refleje un presente candente de realismo. La literatura es una cosa y el periodismo es otra; el periodismo está más cerca de la verdad y la literatura de lo que se inventa. Escuchamos muchas voces, tenemos información y opiniones de todo tipo, reflexiones y contemplaciones morales. Lo lógico –y lo que espero– es que salgas de una novela así más enriquecido.
–¿Qué ha cambiado de su primer libro, «La fuente de la edad» (1986) a este último?
–Sobre todo ha habido una variación de escritura. He ido depurando el estilo, buscando la desnudez metafórica, utilizando los símbolos verbales de una manera interesante. He buscado una geografía en la que delimitar mis novelas, como estas ciudades de sombra de las que hablamos. Esta es, sin duda, mi novela más depurada.
–¿Sobre qué otro tema le apetece escribir?
–Me gustaría acabar haciendo una novela de rabiosa actualidad, pero no sé si seré capaz de hablar de la opción actual sin que esté trasvasado por lo simbólico. Igual un día lo intento.
intenta,
intenta no ser otra cosa que lo que has venido a ser,
intenta,
intenta ser tu mismo en lo que sientes que has creído ser...
intenta encontrarte sin mirarte al espejo,
intenta encontrarte perdido en tu propio desierto,
intenta encontrarte corriendo por las praderas que la gracia te ha concedido para llegar lejos...
intenta encontrarte siempre... en el otro extremo...
si coincides con tu alma,
tu espíritu será tu propio reflejo...
intenta,
intenta escribir tu recuerdo...
intenta,
intenta pintar lo que amas,
justo cuando tu corazón esté lejos,
latiendo bajo el signo del regreso...
intenta volver a ti mismo,
habiéndole hecho honor a tu huella...
habiéndole hecho honor a tu sombra...
habiendo construído un altar,
donde vibra lo que ya no oras...
encuéntrate... liberado de las horas.
SEPTIEMBRE 18, 2014.-
. la información no comunica...
.. la comunicación no informa...
... la conexión no sintoniza...
.... la sintonía no revela...
..... sólo la gracia es viento propicio para las velas...
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