viernes, 10 de abril de 2015

CONSTELACIONES ▲ Memoria de agua [03] >> Y… ¿dónde queda el Sáhara? >> Blogs EL PAÍS

Memoria de agua [03] >> Y… ¿dónde queda el Sáhara? >> Blogs EL PAÍS

Lapices
En el Sahara, desde hace mucho tiempo, hay grandes poetas que lanzan al mundo un par de versos con la intención de que otro gran poeta los continúe. Hasta que no aparece alguien a la altura de la calidad de los primeros versos, el poema queda incompleto. Y así, poco a poco, se va construyendo un poema con muchas voces. De manera paradójica, comenzamos con una Despedida, el título del poema que inaugura la sección de la mano del poeta Larosi Haidar. Dice así…

Cuán dulce es amar
y sentirse a la vez amado
pero amargo es el dejar
a quien tanto se ha esperado.

¡Poetas! os animamos a participar y así completar, esperamos, un gran poema coral.


Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb


Sukina Aali-TalebHija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.
Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.
Bahia Mahmud AwahBahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.
Willy VeletaWilly Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.
Liman BoichaLiman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.
Larosi HaidarLarosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.




Memoria de agua [03]

Por:  02 de abril de 2015
Memoria de agua_03
                                                             Ilustración de Roberto Maján
 AGUA - Limam Boisha
“Hay tierras que están llenas de agua
para el bienestar del cuerpo
y tierras llenas de arena
para el bienestar del alma”. Anónimo.
Aunque no tenemos la vegetación ni los manantiales de los oasis,
esa ausencia no desenterró el verdor de nuestros ojos,
no nos amarró con las cadenas del desaliento, 
ni taló por el pie la sombra que conjuga la semilla,
los tallos, las espinas,
el rocío, el agua que nos alimenta.

No tenemos oasis,
pero para el aprendizaje de la supervivencia
tenemos la pizarra del tiempo.

Tenemos sobrados silencio y paciencia
para imantar las resonancias líquidas
que alguna vez existieron
(que aún existen )
Bajo nuestros pies.

Tenemos ojos para escrutar la nube fértil
que hunde sus invisibles raíces en el aire
y germina en el abdomen del mundo.

Tenemos los pozos.

Y el pozo en el Sahara es más que una hondura,
más que un latido, mucho más 
que una vena de agua en el corazón de la tierra.

Tenemos los pozos.

Y el pozo
para el habitante de la badía
es siempre  una marca en el mapa de su mente.
Es el punto donde encontrar a menudo
el camello perdido.
Y es el lugar de descanso  y mercado
y territorio donde se cosechan las noticias,
y es lecho y remiendo para atenuar los sufrimientos del nómada.

No, no tenemos oasis
y durante largas estaciones
puede no henchirse en el cielo nube alguna,
pero siempre habrá una esperanza
líquida y benigna
cuando se adivine a lo lejos un pozo.

Del libro: Bajo el mismo cielo. SON.


el dispensador dice:
en algunos lugares de la Tierra,
extraños fenómenos se observan,
sea en los desiertos,
sea en las alturas inciertas,
allí donde hay un espejo de agua,
se reflejan las estrellas,
y hasta figuras fantasmales que se manifiestan,
algunas como bolas de fuegos,
otras como simples esferas,
que emanando una luz cegadora,
suelen acercarse lo suficiente,
como para hacer contacto con el forastero,
imponiéndole confianza,
o imponiéndole miedo,
según el espíritu y la calidad del viajero...

hay un universo reflejándose en el agua,
pero hay otro espejado mirándose las entrañas,
cuando el extraño se acerca,
no hay sombra cercana,
las huellas se han borrado,
y el tiempo se torna escala,
para luego hacerse luz,
mientras todo permanece quieto,
mientras la soledad avanza,
lo suficiente hasta que abraza...

se produce entonces un tubo,
vacíos de siderales ríos,
donde fluyen los destinos,
que buscan ser queridos,
así como los otros,
que toman distancia al haber sido heridos...
como sea, 
no hay quejidos,
no hay gemidos,
no hay sonidos,
porque reina el silencio,
propio del vacío...

acercas el rostro al agua,
y comprendes que no eres nada,
que no hay rostro que se refleje,
y que el agua es demasiado salada...

te incorporas confundido,
la sorpresa alcanza lo incomprendido,
y crees que ése lugar...
no es más que una excursión de turismos...
sucede que en ése lugar,
el mismo,
llega un espíritu distinto,
envuelto en un manto de fino lino,
se agacha hasta colocar su frente sobre el líquido elemento,
y agradeciendo al cielo,
él termina bebiendo,
saciando la sed que viene trayendo...

la diferencia está en el espacio,
que hay entre el cielo y el infierno...
lo que para uno es luz... y también agradecimiento...
para el otro es sólo un salario... y un potencial infierno.
ABRIL 10, 2015.-

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