interruptor_Conviene la crisis
UN SUAVE OLOR A PODRIDO
Conviene la crisis
Carlos Rehermann
¿Por qué Lawrence hablaba de crisis para referirse aun fenómeno asociado al orgasmo? El escritor usó el término en El amante de Lady Chatterley, no como sinónimo sino como acompañante del orgasmo. Por cierto, últimamente se habla de la profunda incomprensión que exhibe Lawrence acerca del carácter del erotismo femenino, de su rechazo victoriano de la masturbación, y de otros asuntos que convierten a aquel novelista en una especie de idiota infibulador. Pero ninguna de esas especulaciones parricidas impide aprovechar con beneficio su resignificación de la palabra.
Probablemente la repesca más famosa de la palabra fue protagonizada por el presidente Kennedy en 1959, cuando explicó, en un discurso, que en chino se escribe “crisis” mediante dos caracteres, uno que significa “peligro” y otro que significa “oportunidad”. Al parecer se trata de una interpretación simplista de los ideogramas, lo cual no ha sido obstáculo para que se popularizara entre los expertos en mercadeo de los años 1980. Dos años después del discurso de Kennedy se produjo lo que se llamó “crisis de los misiles”, que con certeza no era el tipo de crisis que el presidente había imaginado. La idea de crisis como una oportunidad para cambiar para mejor fue compartida por los revolucionarios latinoamericanos que se oponían al gobierno estadounidense y su política continental. El 16 de abril de 1967, mientras Ernesto Guevara estaba en Bolivia, la revistaTricontinental publicó un artículo en el que el guerrillero termina diciendo:
¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si dos, tres, muchos Việt Nam florecieran en la superficie del globo, con su cuota de muerte y sus tragedias inmensas, con su heroísmo cotidiano, con sus golpes repetidos al imperialismo, con la obligación que entraña para éste de dispersar sus fuerzas, bajo el embate del odio creciente de los pueblos del mundo!
Poco después, un agrimensor argentino que había estado preso por falsificar cuadros de Figari, vendió una tela de Chagall para financiar una revista que plagiaba el nombre de otra: Crisis. Uno de sus mentores, Ernesto Sábato, ideólogo del nombre, hizo una trampa: registró como nombre “Ideas, artes, letras en Crisis”. En la tapa, las primeras cuatro palabras eran diminutas, de manera que la revista se conoció como Crisis. A toda costa los fundadores ansiaban una crisis. Treinta años antes, en medio de una crisis global —empezaba la segunda guerra mundial, el fascismo se estaba apoderando de Europa y en todo el mundo había simpatizantes fascistas cercanos al poder—, se había fundado en Montevideo el medio que sirvió de modelo a la revista argentina: Marcha. El nombre hacía referencia a la actitud de sus protagonistas, más que a las circunstancias de su nacimiento. Crisis sucumbió a una crisis económica y política, en 1976.
La palabra original griega se refería a separación, lo cual implica evaluación y juicio: yo separo, y por lo tanto puedo evaluar, porque veo con claridad. Lo que hacen los jueces es ordenar, separar, categorizar: criticar. Juicio y crítica son sinónimos pero nuestro uso de la palabra crisis se ancló en sus aspectos negativos, especialmente desde que Hipócrates, según cuenta Galeno, empleó el término para referirse a un momento muy especial de las enfermedades. La crisis, según aquellos médicos, era un fenómeno clave, porque desde ese momento podían pasar dos cosas muy importantes: o bien la curación, o bien la muerte. Cada enfermedad tenía un día crítico (cierta cantidad fija de días luego de contraída la enfermedad), y las crisis fueran de fecha eran consideradas problemáticas.
La crisis es el momento en el que el tiempo se abre en dos, cuando se percibe con claridad el antes y el después, pero de eso las personas comunes —que somos como los enfermos de Hipócrates en nuestra relación con las crisis— nos damos cuenta sólo después de la crisis.
Para los médicos el momento posterior también era esencial. Debido a las escasas posibilidades de tratamiento que tenían los médicos de aquellos tiempos, la crisis tenía mucha importancia para ellos, aunque no demasiada para los enfermos. Después de la crisis el médico podía darse cuenta de lo que estaba ocurriendo; el agravamiento o la mejoría eran más perceptibles. Si el caso era la mejoría, podía haber cuidados paliativos que ayudaran a evitar una recaída, o que contribuyeran a fortalecer el organismo. Pero si el caso era el empeoramiento, poco se podía hacer, más que explicar a los parientes que el fin estaba próximo. Pero para bien o para mal, la crisis iluminaba.
Cuando Lawrence hace intervenir esa palabra para referirse a ciertos momentos del encuentro sexual entre Connie Chatterley y el guardaparque Mellors, lo relaciona con una descripción de la mentalidad de Connie que instala al inicio del libro:
Una mujer podía tomar a un hombre sin caer realmente en su poder. Más bien podía utilizar aquella cosa del sexo para adquirir poder sobre él. Porque sólo tenía que mantenerse al margen durante la relación sexual y dejarlo terminar y gastarse, sin llegar ella misma a la crisis; y luego ella podía prolongar la conexión y llegar a su orgasmo y crisis mientras él no era más que su instrumento.
Connie espera la crisis de sus amantes para estar tranquila, puesto que ellos han pasado a otro estadio y ya no piden nada; se trata de una forma de salir del rol que le imponen sus amantes mientras están ocupados con sus propias crisis.
En tiempos como el actual, cuando cunde un desánimo que galopa a lomos de un entusiasmo de cotillón y el lustre del desgaste se interpreta como brillo de lo nuevo, hay quienes confunden este pletórico desgano general con una crisis. Pero hay varias señales de que no hay ninguna crisis. No hay, por ejemplo, crisis de valores: se trata apenas de un desacomodo ante la propia hipocresía, porque molesta la libertad de otros, que no es la que uno reclama para sí. Tampoco suelen ser verdaderas las crisis económicas que se informa que recorren el planeta: casi siempre es que un mandatario ha desfalcado a su pueblo. Menos que menos hay crisis política; la política, en realidad, está conectada a un cóctel lítico y el pronóstico es reservado.
No es posible hablar de crisis en una época tan serena, tan igual a sí misma como la nuestra. Lo que se ve cuando se mira en dirección al pasado es tan liso y quieto como lo que se ve cuando se mira en dirección al futuro. Da la impresión de que las cosas van a ser más o menos iguales por mucho tiempo: más ciudadanos indignados que reclaman represión, gobernantes rapaces y políticos apolíticos. Nada de esto se parece a un encuentro apasionado en una cabaña del bosque o a un momento clave de la enfermedad. Da la impresión de que pasa como a veces le pasaba a Hipócrates: el día crítico pasó y no ha ocurrido nada: mala señal. Una crisis viene acompañada de una aguda sensación de que no se aguanta más. Pero esto se aguanta. Esto es suave. Estúpido, pero suave y tranquilo.
Se dirá que hay guerras atroces, asesinatos en masa, atentados sangrientos. ¿No son esas auténticas crisis? En absoluto; esos paroxismos han sido siempre los granos que componen el desierto de la historia.
Que no haya crisis explica la ausencia de crítica, es decir, de juicio. Da igual pararse aquí que pararse allá; es lo mismo lo que está viniendo que lo que se está yendo; antes y después son idénticos. La obsesión por la novedad —cualquier novedad, cualquier cosa nueva, incluso si lo nuevo es apenas una variante previsible de lo anterior, o si lo que viene es lo mismo que se fue hace dos o tres ratos— es una necesidad de ver algún cambio en este paisaje rigurosamente horizontal y sin grumos.
Las crisis están marcadas por la muerte, justamente porque se producen como pelea por la vida: la crisis de Connie es un incidente en la procreación, el comienzo de su muerte, porque cuando uno echa un hijo al mundo, ya ha cumplido con su contribución animal y se convierte en un estorbo; la crisis de Hipócrates es un juego de postergación de lo que se sabe con certeza que vendrá, más tarde o más temprano. Aquí, en cambio, no hay peligro de muerte, de modo que no hay por qué preocuparse por la vida. O tal vez ha sobrevenido ya elapocalipsis zombi: algo de olor a podrido comienza a sentirse, pero no estamos en Dinamarca y por lo demás en los supermercados hay una gran variedad de desodorantes de ambiente.
el dispensador dice: sosteniendo un acto sexual para nada habitual, entre gemidos, suspiros y agitaciones, ella pronunció un nombre distinto al que yacía debajo de ella... él lo percibió medio confundido, no comprendiendo si había escuchado bien, o lo pronunciado pertenecía al departamento vecino... la realidad es que la consciencia quebró el orgasmo esperado... aún a pesar de haberse hecho el distraído... y esto no es un simple relato, en verdad alguna vez sucedió y alguien descubrió que aquello que recitaba amor, en realidad representaba la eternidad de un cinismo repetido... la consecuencia derivó en una distancia insalvable... donde cada quien ha conservado en silencio... aquel acto fallido... ¿eran sus hijos, en verdad sus hijos...?... ¿para qué averiguar aquello que se fue pudriendo sin ser advertido?... a veces es bueno pasar por tonto... tomar distancia... y ver cómo los hechos se acomodan por sí mismos, dejando al descubierto las hipocresías y los cinismos con las que el tiempo ha convivido, robando el esfuerzo, devorando la voluntad de saberse "uno mismo"... nada es casualidad en los hechos de ningún destino... y a veces, los desencuentros terminan siendo la convergencia que lleva a cruzar aquello que fueron paralelismos... como sea, siempre hay un puente que se quiebra y ya nada vuelve a ser lo mismo...
ya te dije que cuando el potige chino se hace trizas, aunque lo pegues, nunca vuelve a ser lo mismo... por eso no es bueno pasar por alto las evidencias, y sí es bueno salvar la dignidad que pertenece a uno mismo, el intrínseco de sí mismo...
ya te dije que cuando el potige chino se hace trizas, aunque lo pegues, nunca vuelve a ser lo mismo... por eso no es bueno pasar por alto las evidencias, y sí es bueno salvar la dignidad que pertenece a uno mismo, el intrínseco de sí mismo...
el relato puede ser individualizado con nombres y apellidos, pero en realidad, si miras un poco más lejos, puede reflejar los hechos que transita el actual "globalismo", donde todos se acuestan con todos, y todos engañan a todos, asumiendo que los otros son idiotas consuetudinarios que no son conscientes de las mentiras y las traiciones que se acumulan al modo de un basural y/o un vertedero, donde nadie dice nada que lo descubra ante el imperio de sus propios silencios... léase, hay tanta basura bajo las alfombras que ya es imposible no verlas... mucho más hoy en día que las alfombras ya no tienen la capacidad de levitar con almas arriba...
hoy, impera la crisis, pero más que la crisis, en lo personal lo describo para mi mismo como un "caos"... ordenado por alguien... mentado por otro alguien... ejecutado por otro alguien... pretendiendo que el desorden reinante conduzca a una especie de "apocalipsis" cantado, sin reparar que en verdad apocalipsis no es sinónimo de "caos" sino de "revelación", ya que eso es lo que significa en arameo, en hebreo y en cualquier otro tipo de "meos"... dentro o fuera de cualquier tarro... un "caos" que ha apelado al miedo para gestar violencias y al mismo tiempo, imponiendo violencias para amedrentar al prójimo de cualquier sendero... tanto es así que las violencias justifican a las persecusiones, protegiendo la (in)justicia reinante que salva siempre a los victimarios, aduciendo que ellos tienen "derechos humanos", de los que carecen las "víctimas" que no son más que anónimos oportunistas... salvo que los dineros los asistan... en cuyo caso, la justicia se volverá tragedia griega, esto es mucho teatro para ningún epílogo... que algún análisis resista...
la clase política global está definitivamente podrida... sin ideas... sin dignidad... distraída... cínica... y para que no queden dudas: "vacía"...
los reyes, entretanto, andan desnudos por las calles esperando ser aplaudidos por intérpretes de los renovados mediatismos... como sea, el imperio ha caído... y aún cuando nadie se haya dado cuenta, así lo indican los decires de los niños...
junto con dicho paisaje, los militares andan cultivando espionajes de organismos, de ciudadanos, y de extorsiones potenciales producidas por orgasmos en lechos mentidos... sembrando el caos encargado por el dueño del mundo, un engreído, un creído de sí mismo, que curiosamente es un pobre infeliz, heredero de incapacidades sostenidas por siglos...
en el mismo vagón, viajan cardenales, sacerdotes y obispos, ejerciendo inquisiciones de otros destinos... tomando confesiones... para luego engañar con homilías de los desiertos activados por los santuarios políticos... lavando activos financieros de los narcos y de las redes de esclavismos...
junto con todos ellos... el sionismo de un Israel nazi... impensado en el mundo de los sabios y los profetas judíos, que alzan sus voces sin ser atendidos... no hay que hacer pasar vergüenza al prójimo herido... la justicia es divina... todo lo demás, pasa inadvertido... hasta para el demonio y su infierno pleno de abismos...
ayer... espantando por el caos que la naturaleza está instalando en la Tierra que contiene a los humanos (sin que a nadie le importe un bledo la suerte de los mortales involucrados)... tome distancia astral del planeta humano... y me quedó absorto, mirando, perplejo ante tanto caos diseminado... intencionalmente sembrado... la humanidad está envuelta en un todos contra todos... donde todos hablan y nadie se escucha... donde las respuestas no se corresponden con las preguntas... donde las segundas intenciones son manifiestas... donde los celularismos han exterminado las coincidencias reemplazándolas por oportunismos de sexo apurado, para que nadie descubra el ADN resultante del óvulo que anda de fiesta... me detuve sobre una nube... y me sentí extranjero de esta Tierra... y me dije a mi mismo... que alguien sacuda la alfombra... para reordenar los sentidos, los valores y las éticas... así no se va a ninguna parte... y el infierno enseña una larga cola de almas, que por saturación de hogueras, espera su turno... espera...
¿sabes dónde queda el cielo?... sí, justo al lado de la oración y su escalera. ABRIL 26, 2015.-
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