Vida más allá de Picasso
Una nueva semblanza de Dora Maar revela aspectos inéditos de la fotógrafa
José Ángel Montañés Barcelona 23 JUL 2013 - 22:25 CET2
Atractiva, seductora, pasional, culta, fotógrafa, pintora, amiga de Paul Eluard, André Breton, Yves Tanguy, Georges Bataille y amante de Pablo Picasso. Dora Maar (1907-1997) ha pasado a la historia como una de las mujeres que más amó al pintor, pero también como la víctima de sus muchas conquistas, de su abandono. Es la mujer del llanto, incapaz de superar el verse apartada por una nueva amante, Françoise Gilot, después de compartir su mundo a partir de 1936, durante diez años. Victoria Combalía ha buceado en su vida y el resultado es Dora Maar. Más allá de Picasso (Circe, 2103), una biografía en la que ha trabajado en los últimos veinte años —en 1993 mantuvo cinco largas conversaciones telefónicas con Maar— en la que afina mucho más su retrato, más allá del cliché, apareciendo una mujer inteligente, brillante y profesional “una de las fotógrafas más importantes de los años treinta”, con una vida propia anterior a la llegada de Picasso y que vivió una lucha titánica por conseguir “desengancharse” de él después de su separación.
“Tras descubrir que no estaba ni muerta ni loca, pensé en entrevistarla. Me dijeron que no contestaría y que no respondería jamás preguntas sobre el pintor, del cual hacía 50 años que se había separado. Pero sí lo hizo”, explica la crítica y comisaria de exposición —es responsable de una triple retrospectiva de Dora Maar en Múnich, Marsella y L'Hospitalet—. Las conversaciones con ella, su conocimiento de la vida y la obra de Picasso y el poder acceder a las fotografías, cuadros, libros, documentos, objetos varios que pertenecieron a Maar antes de ser subastados entre 1998 y 1999 en París, además de consultar en 2010 otros 2.000 documentos puestos a su disposición por los herederos de la fotógrafa, le han permitido elaborar “como una detective” la “biografía definitiva de Dora Maar”, asegura. En ella, aparte de su relación con Picasso, recorre toda la vida de la fotógrafa, desde su nacimiento hasta la subasta de sus pertenencias una vez fallecida, el 16 de julio de 1997. Entre ellos, 130 picassos que conservó hasta el final de sus días, después de haber vendido, con permiso del pintor, casi una decena de obras.
Que Dora Maar tuvo una vida más allá de Picasso queda muy claro con el libro de Combalía. De hecho, el encuentro de 1936 entre Dora Maar y Picasso se produce a partir de la mitad de la biografía. Antes, la autora se recrea en la infancia de Maar en Argentina, aportando su partida de nacimiento, inédita, en la que consta que no era judía, explicando con detalle sus estudios, su relación con la familia, mucho más cordial que lo que se había explicado, tal y como reflejan las cartas cruzadas entre los padres y Dora. También se detalla su vinculación con el surrealismo o con grupos de la ultraizquierda de los años treinta en Francia, como Contre-Attaque, que animaba Bataille, con el que vivió un triángulo amoroso, según la autora, del que formaba parte Colette Peignot.
Según Combalía, el conocido episodio de 1936 en el que Maar se lastimó la mano con su navaja para llamar la atención del pintor, denota un comportamiento masoquista y marcó la relación de la pareja a lo largo de los años, en la que ella era la víctima que aguantaba las infidelidades de Picasso que aparece en el libro como un sádico machista. “Según Picasso, todas las mujeres eran máquinas de sufrir”, explica. Y esta relación es la que nos cautiva, según la autora. “Se trata de un combate entre dos personalidades fuertes. Maar se entregó de forma absoluta, fue un amour fou que la marcó para el resto de sus días”. De hecho, no se le conoció un amante con posterioridad a Picasso.
Las obras en las que Picasso retrató a Maar reflejan el estado de su relación. Desde la pasión y la atracción en la que está enamoradísimo, que la hace representar “como una virgen”, hasta representarla con sus ridículos sombreritos o como un monstruo en Mujer peinándose.
Combalía asegura que pensó titular su libro Las cuatro vidas de Dora Maar, porque recoge su infancia burguesa en Argentina, su vida como fotógrafa de ultraizquierda, s Su relación sentimental con Picasso, en la que Dora Maar, entre otras, hizo la famosa serie sobre la elaboración del Guernica, y el resto de sus años en los que fue ganando protagonismo la religión, “como si buscara a Dios tras perder a otro dios que era Picasso” y en la que juega un papel fundamental el monje Jean Monleon, al que deja parte de su herencia y que es un descubrimiento de Combalía. "Entre los dos querían convertir a Picasso al catolicismo.
Durante estos años de trabajo, ningún momento fue tan emotivo, dice Combalía, como cuando pudo abrir, junto a la actual dueña de la casa de Ménerbes, en la que Picasso y Maar vivieron muchos momentos juntos y en la que la fotógrafa falleció, los baúles en los que se guardaba su ropa y sus pertenencias. "Pese al abandono en el que vivía en sus últimos años conservaba sus trajes de alta costura".
el dispensador dice:
¿hay arte después del arte?,
o bien,
¿hay artistas después de las artes?,
o bien,
¿hay artes después de los artistas?,
todo se recrea,
aún cuando distintas sean las perspectivas,
algo converge más allá de las vidas,
los destinos se cumplen según sus gracias concedidas...
¿cómo era ése arte,
y cómo el artista?,
¿escribía?,
¿pintaba?,
¿cincelaba?,
¿anudaba notas en un pentagrama?,
¿interpretaba, actuaba,
o simplemente vivía?,
¿qué hacía para ser considerado"artista"?,
como sea,
es difícil la vida del artista,
se nutre de bohemias,
como de ajenas sonrisas,
de lágrimas por emociones apuradas,
recorriendo mejillas,
dando sentido a lo que sintoniza...
como sea,
siempre hay vida después del artista,
porque arte se recrea,
según sus aristas,
demostrando que la vida... mora en el arte... no en el artista.
JULIO 24, 2013.-
“Tras descubrir que no estaba ni muerta ni loca, pensé en entrevistarla. Me dijeron que no contestaría y que no respondería jamás preguntas sobre el pintor, del cual hacía 50 años que se había separado. Pero sí lo hizo”, explica la crítica y comisaria de exposición —es responsable de una triple retrospectiva de Dora Maar en Múnich, Marsella y L'Hospitalet—. Las conversaciones con ella, su conocimiento de la vida y la obra de Picasso y el poder acceder a las fotografías, cuadros, libros, documentos, objetos varios que pertenecieron a Maar antes de ser subastados entre 1998 y 1999 en París, además de consultar en 2010 otros 2.000 documentos puestos a su disposición por los herederos de la fotógrafa, le han permitido elaborar “como una detective” la “biografía definitiva de Dora Maar”, asegura. En ella, aparte de su relación con Picasso, recorre toda la vida de la fotógrafa, desde su nacimiento hasta la subasta de sus pertenencias una vez fallecida, el 16 de julio de 1997. Entre ellos, 130 picassos que conservó hasta el final de sus días, después de haber vendido, con permiso del pintor, casi una decena de obras.
Que Dora Maar tuvo una vida más allá de Picasso queda muy claro con el libro de Combalía. De hecho, el encuentro de 1936 entre Dora Maar y Picasso se produce a partir de la mitad de la biografía. Antes, la autora se recrea en la infancia de Maar en Argentina, aportando su partida de nacimiento, inédita, en la que consta que no era judía, explicando con detalle sus estudios, su relación con la familia, mucho más cordial que lo que se había explicado, tal y como reflejan las cartas cruzadas entre los padres y Dora. También se detalla su vinculación con el surrealismo o con grupos de la ultraizquierda de los años treinta en Francia, como Contre-Attaque, que animaba Bataille, con el que vivió un triángulo amoroso, según la autora, del que formaba parte Colette Peignot.
Según Combalía, el conocido episodio de 1936 en el que Maar se lastimó la mano con su navaja para llamar la atención del pintor, denota un comportamiento masoquista y marcó la relación de la pareja a lo largo de los años, en la que ella era la víctima que aguantaba las infidelidades de Picasso que aparece en el libro como un sádico machista. “Según Picasso, todas las mujeres eran máquinas de sufrir”, explica. Y esta relación es la que nos cautiva, según la autora. “Se trata de un combate entre dos personalidades fuertes. Maar se entregó de forma absoluta, fue un amour fou que la marcó para el resto de sus días”. De hecho, no se le conoció un amante con posterioridad a Picasso.
Las obras en las que Picasso retrató a Maar reflejan el estado de su relación. Desde la pasión y la atracción en la que está enamoradísimo, que la hace representar “como una virgen”, hasta representarla con sus ridículos sombreritos o como un monstruo en Mujer peinándose.
Combalía asegura que pensó titular su libro Las cuatro vidas de Dora Maar, porque recoge su infancia burguesa en Argentina, su vida como fotógrafa de ultraizquierda, s Su relación sentimental con Picasso, en la que Dora Maar, entre otras, hizo la famosa serie sobre la elaboración del Guernica, y el resto de sus años en los que fue ganando protagonismo la religión, “como si buscara a Dios tras perder a otro dios que era Picasso” y en la que juega un papel fundamental el monje Jean Monleon, al que deja parte de su herencia y que es un descubrimiento de Combalía. "Entre los dos querían convertir a Picasso al catolicismo.
Durante estos años de trabajo, ningún momento fue tan emotivo, dice Combalía, como cuando pudo abrir, junto a la actual dueña de la casa de Ménerbes, en la que Picasso y Maar vivieron muchos momentos juntos y en la que la fotógrafa falleció, los baúles en los que se guardaba su ropa y sus pertenencias. "Pese al abandono en el que vivía en sus últimos años conservaba sus trajes de alta costura".
el dispensador dice:
¿hay arte después del arte?,
o bien,
¿hay artistas después de las artes?,
o bien,
¿hay artes después de los artistas?,
todo se recrea,
aún cuando distintas sean las perspectivas,
algo converge más allá de las vidas,
los destinos se cumplen según sus gracias concedidas...
¿cómo era ése arte,
y cómo el artista?,
¿escribía?,
¿pintaba?,
¿cincelaba?,
¿anudaba notas en un pentagrama?,
¿interpretaba, actuaba,
o simplemente vivía?,
¿qué hacía para ser considerado"artista"?,
como sea,
es difícil la vida del artista,
se nutre de bohemias,
como de ajenas sonrisas,
de lágrimas por emociones apuradas,
recorriendo mejillas,
dando sentido a lo que sintoniza...
como sea,
siempre hay vida después del artista,
porque arte se recrea,
según sus aristas,
demostrando que la vida... mora en el arte... no en el artista.
JULIO 24, 2013.-
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