Teatro
«Fuegos», la gran apuesta del festival de Mérida, que se abre hoy con «Medea»
Día 05/07/2013 - 08.22h
José María Pou dirige este espectáculo, basado en textos de Marguerite Yourcenar
Arranca hoy la 59ª edición del festival de teatro clásico de Mérida, uno de los certámenes más arraigados del verano teatral español. El Ballet Nacional de España, con su emblemática coreografía «Medea» (en la que estará acompañado por la Orquesta de Extremadura), levantará el telón de la segunda edición dirigida por Jesús Cimarro, que asumió el cargo en una comprometida situación, y ha logrado momentáneamente darle estabilidad al festival. Siete espectáculos –desde Plauto a Shakespeare– se presentarán en el teatro Romano, uno de los más impresionantes escenarios del mundo, por el que pasarán nombres como Concha Velasco, El Brujo, Mario Gas, Tristán Ulloa o Sergio Peris-Mencheta.
Una de las propuestas más atractivas es el estreno, el día 10, de «Fuegos», un espectáculo basado en el libro de relatos de Marguerite Duras, y dirigido por José María Pou. La dramaturgia es de Marc Rosich (habitual en los montajes de Calixto Bieito), y cuatro notables actrices (vestidas por Lorenzo Caprile) componen el reparto: Carmen Machi (Marguerite Duras), Ana Torrent (Safo), Nathalie Poza (Clitemnestra) y Cayetana Guillén Cuervo (María Magdalena).
«Maravilloso y poético»
Dice José María Pou que «Fuegos» es un libro maravilloso y poético, y relata que su autora, Marguerite Yourcenar, la escribió en 1936, tras una decepción amorosa. «Ella, a través del libro, realizó una terapia; lo que hizo es verter en el papel, negro sobre blanco, lo que no se atrevía –o no tenía a quién– a decir en voz alta. Inteligente y amante del mundo antiguo, decidió utilizar a varios personajes de la antigüedad, reales e irreales, y tanto históricos como literarios». Confiesa Pou el reto que tenía ante sí, porque el texto era tan poético como estático. Junto a Marc Rosich hizo un trabajo de criba. «Los textos eran soliloquios,
reflexiones, los personajes no tenían un viaje interior, solo contaban cosas». Eligieron a los tres personajes que mejor se adecuaban a su propósito dramático –Safo, Clitemnestra y María Magdalena–, y a través de los cuales la Yourcenar hablaba de sí misma. Pou decidió, de acuerdo con Rosich, convertir a la autora en la protagonista del espectáculo. «Ella sale a contarnos cómo se encontraba en ese momento y cómo fue capaz de transformar su dolor en espacio propicio para la creación. Ella, sola en su habitación, confiesa al público que ha tocado fondo y convoca a tres de sus criaturas de ficción que han pasado por lo mismo que ella. Son tres mujeres que, al igual que la Yourcenar, han sido abandonadas y se sienten en soledad, y en el montaje hay cierta reflexión pirandelliana por la relación entre el autor y sus personajes».
El dolor del abandono
«Fuegos» es por tanto, en palabras de Pou, «un espectáculo en el que se habla de la mujer abandonada, de la mujer víctima, de la mujer que se tiene que arreglar en soledad, de la mujer que ha depositado toda su razón de ser en un hombre y éste le ha fallado. Todo eso es común a las cuatro».
El espectáculo, en el que la gran protagonista es la palabra de Marguerite Yourcenar y sus «maravillosas imágenes poéticas». «Lograr que el temblor, la piel de gallina que a uno se le pone cuando lee el libro, es lo que queremos transmitir al espectador». A pesar del grandioso escenario, Pou asegura que éste es un «espectáculo pequeñito e íntimo; incluso usar la palabra espectáculo me chirría, porque esto es una “velada literaria”;pero va a encajar en las piedras de Mérida».
Concluye Pou que «las actrices han sido elegidas con microscopio, y son las mejores que podíamos encontrar. Tras Mérida, «Fuegos» viajará al Grec barcelonés y al festival de San Javier, y en principio no tiene previsto realizar gira.
Carmen Machi es Marguerite Yourcenar. «Me causa muchísimo respeto -asegura-, es un texto asombroso. Leyéndolo, es verdad que tienes que volver continuamente atrás, porque cada frase te golpea y te provoca sensaciones muy profundas. Son imágenes que te empeñas en querer que se vean. Lo hago con ilusión, respeto y pánico. Es un regalo poder escuchar la palabra de Marguerite Yourcenar, que dice en la función que ellas están allí porque han de ser el vehículo a través del cual contar el dolor y ponerlo en carne viva. Es algo similar a lo que sentimos los actores al interpretar un personaje. No basta con su propio dolor, es importante nutrirse del dolor de otro para poder expresar el suyo».
Cayetana Guillén Cuervo es María Magdalena. «Es la prostituta más famosa de la historia, aunque seguramente no lo fue -imagina Cayetana-. El mundo masculino necesitó convertirla en prostituta. Solo ella y la madre de Jesucristo estuvieron al pie de la cruz, y solo ella escuchó sus primeras palabras cuando resucitó. Esto, en la Historia, no se soporta en una mujer limpia y normal que simplemente amara a un hombre. Yo soy agnóstica por educación, y me encuentro con un personaje que ama a Dios, que se siente abandonada por él igual que se sintió abandonada por un amor carnal. Es una oportunidad maravillosa que nos da la literatura para hacer justicia sobre el personaje. Y a mí, con la rabia infinita por la muerte de mi padre, me ha servido para canalizar esa emoción. La función es sanadora y catártica».
Nathalie Poza es Clitemnestra. Personaje de la antigua Grecia, mujer de Agamenón, la actriz no se lo ha planteado desde ese lugar. «Es la Clitemnestra de Yourcenar -dice-. Es una mujer que reivindica su derecho al asesinato, a la venganza. Ella tiene el dolor de haber matado al hombre que ama por no soportar su abandono. Todas vivimos una especie de catarsis porque todas nos hemos sentido abandonadas alguna vez, y las mujeres entendemos muy bien a estos personajes, pero hay que llegar hasta lo más profundo; la función tiene algo de psico-drama».
Ana Torrent es Safo, la poetisa griega de la isla de Lesbos. «He empezado a entenderla hace dos días -reconoce la actriz-. Yourcenar la convierte en acróbata en el período de entreguerras. Al igual que Safo, ella vive entre el cielo y la tierra; así la describe ella, porque es demasiado terrenal para vivir en el cielo y posee demasiadas alas para vivir en la tierra. Como las demás, se enamora profundamente y, como las demás, es abandonada. Ella no sabe qué hacer con el dolor, y su salida es el suicidio. Los tres personajes le sirven a Marguerite Duras para entender lo que le pasa, y quiero pensar que los tres representan un momento de lo que ella ha sentido».
Gracias, Dios, por la infelicidad | Cultura | elmundo.es
TEATRO | Festival de Mérida
Gracias, Dios, por la infelicidad
Carmen Machi (dcha.) y Ana Torrent, en acción.
- 'Fuegos' de Yourcenar (versión de Pou) debuta con sobresaliente
"¡Qué aburrido hubiera sido ser feliz!". Una extraordinaria Carmen Machi, que borda el papel de la escritora francesa Marguerite Yourcenar, 'machaca' una y otra vez sobre la escena del Teatro Romano de Mérida a los tres personajes, todos femeninos, que ella misma ha inventado (magníficamente interpretados por Cayetana Guillén Cuervo, Nathalie Poza y Ana Torrent), para plasmar la miseria que hiela de forma perenne su corazón: el abandono conyugal y, como consecuencia, la desazón vital eterna.
Este ejercicio desgarrador se convierte en una brutal obsesión durante los 80 minutos que dura la obra 'Fuegos', estreno absoluto bajo la dirección –por primer vez en la historia de este certamen- de José María Pou, que se rodea de cuatro actrices pasionales que luchan, sin éxito y de forma desesperada, por salir de una desesperación que o bien conduce al suicidio, al asesinato, a la locura o a la homosexualidad.
Cada uno de los monólogos, aunque que si bien se relatan de forma independiente a partir del logrado trabajo de las actrices, tienen un nexo común que gravita desde el relato profundo, abruptamente pesimista y encomendado al servicio exclusivo de la palabra de Machi, que está inmensa y arrolladora en un texto que el dramaturgo Marc Rosich termina de perfilar para el inmenso –en dimensiones y en historia- escenario emeritense. Porque a pesar de la sencilla escenografía elegida por Pou a través de Sebastiá Brosa –basada en el juego de luces y un solitario banco- las cuatro actrices, cada una por sí cuenta, llenan por completo la grandeza del teatro y, sobre todo, conectan y dejan en silencio reflexivo a un público al que pocos textos tan especiales como éste le han conducido en Mérida directamente al diván para replantearse su existencia a través del amor, la convivencia, la desesperación, el horror, el vacío interior o el extremo y delirante dolor.
"A todos los acontecimientos de la vida se llega virgen", relata Yourcenar (Machi), que conmueve con su personaje y su traslación a las otras voces femeninas, a las que coloca directamente en la desesperación absoluta, en la locura, dentro de una atmósfera que se adentra en la culpabilidad inicial de la mujer pero que termina convirtiéndose en verdadera heroína ante el poder devastador del hombre ("toda mujer que ama es una inocente") que la arrastra incluso a terminar amando a otra mujer.
El primer monólogo, tras el arrebatador inicio de Carmen Machi y la música de Rod Rod McKuen y la inolvidable 'If you go away', (que abre y termina la obra- lo protagoniza Cayetana Guillén Cuervo, en el papel de María Magdalena y su tormentosa doble relación amorosa, primero con San Juan Bautista –que la abandona para marcharse con Dios– y luego con el propio Jesús de Nazaret, que termina por "robarme mis propias culpas". El momento de eclosión interpretativa llega cuando, desgarrada y sensual (como todas sus compañeras a través del vestuario de Lorenzo Caprile) termina por estremecer al público al confesar que Dios le salvó, afortunadamente, de disfrutar de la "felicidad".
El texto, que escribió la autora francesa en 1936, llega quizás al mejor momento de la noche en la actuación de 'Clitemnestra' por parte de Nathalie Poza, soberbia en la expresión dramática, ante el jurado, detenida por voluntad propia tras asesinar a su marido, el engreído general de los griegos Agamenón, a quien le arrebata la vida atormentada por celos dentro de una tortura amorosa desgarradora y cruel que termina por estremecer cuando, ni tan siquiera con su esposo muerto y ella presa, termina por librarse de él: "Es imposible matar a un muerto", solloza tras haberse entregado hasta lo imposible como esposa durante toda su vida, amándolo hasta la extenuación, incluso en sus eternas ausencias por sus aventuras guerreras y carnales.
Termina la obra en el trapecio de la vida y de la muerte, esa fina línea que separa el suicidio de los problemas terrenales, a través de Ana Torrent que interpreta a Safo que, decepcionada, termina enamorada de una joven, Atis, que ve reflejada en cada rostro, en cada cuerpo, aunque sea varón: "Todo lo que una mujer ama es una mujer: a sí misma", describe desde la poesía de Yourcenar, una narradora extremista en su descripción del amor. No hay términos medios, ni ambages, atormentada de principio a fin, espeluznante en su descripción y, sobre todo, y que tiene como consecuencia el poso traumático que deja en el alma de los espectadores, desgarrados, sin pulso, aturdidos horas después de la representación, preguntándose aún sobre la conjura eterna que mueve el mundo: la pasión amorosa y su tormento vital agónico. Quizás porque el secreto es que la escritora francesa estuvo enamorada durante 12 largos años de un editor... homosexual.
el dispensador dice:
ya no es tiempo de tragedias griegas,
pocos las leen,
menos las entienden,
y algunos hasta se las creen...
ahora las tragedias ocupan las calles,
ahora las tragedias ocupan las veredas,
ahora las tragedias trasponen las puertas,
ingresan a las vidas y hasta se las apoderan,
sembrando singulares dramas,
que a los "muchos" aquejan...
hay briznas flotando en los aires,
que las gentes respiran sin darse cuenta,
así como también sucede,
que las gentes andan pisando cenizas,
que otros han dejado luego de haber sembrado sus trizas...
tantos son los espíritus hechos trizas,
tantas son las cenizas,
y hasta tantas son las brasas,
que así andan las almas,
alteradas,
atrapadas por las prisas,
sin saber por qué corren,
negando los humores,
huyendo de las risas...
la felicidad es un estado de armonía,
que debe conjugar la convicción,
con la gracia recibida,
que debe conjugar el destino,
con lo que se siembra en la vida...
de allí,
que la infelicidad no deba ser soportada,
mucho menos admitida,
porque nadie tiene derecho,
a cultivar en tu espalda sus heridas...
para ello has venido a vivir,
respirando tus propias briznas,
dejando tus propias cenizas.
JULIO 12, 2013.-
los fuegos recrean la vida... y todos, sin excepción, somos réplicas del AVE FÉNIX.
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