miércoles, 3 de julio de 2013

SIMULTÁNEO ▲ Cuento de hadas trágico | El escorpión | Blogs | elmundo.es

Cuento de hadas trágico | El escorpión | Blogs | elmundo.es


Alejandro Gándara

Alejandro Gándara

Una crítica al aburrido discurso cultural dominante. Con "recomendados", "contraindicados" y "grandes citas".

El escorpión


Cuento de hadas trágico



Que hay muchos mundos, pero están en éste, es un conocimiento antiguo. Y es que el mundo es un océano: se puede mirar de lejos, pisar la orilla, navegar la superficie, hundirse hasta las profundidades abisales. Y según la experiencia, el mundo se verá como una sucesión interminable de jefes de negociado o de preferentistas reptando por la tierra, o se verán además los duendes que anidan en el corazón humano, tan contradictorios y erráticos, y tan capaces de maravilla.

Muchos dudamos de que aún gocemos del poder de ver más allá de la pobre apariencia de las cosas, ya que la mayor parte de los días lo más hondo que llegamos es a pisar la plana de los periódicos. Knut Hamsun, en "Pan" (Anagrama, traducción de Kirsti Baggetum y Asunción Lorenzo), demuestra, como mínimo, que el mundo sigue siendo el que era y que si quisiéramos nosotros también seríamos los de siempre. Pero no se equivoquen, no es una novela mágica. Es un cuento de hadas trágico, tan trágico que las hadas parece que no existen, aunque revolotean todo el tiempo.

Lo hacen alrededor de un tema: el amor como una fuerza de la naturaleza, no como el empedrado psicológico al que estamos habituados. Un tema con una larga tradición que llega hasta "Cumbres borrascosas" y a "Rosa candida", pasando por las "Palmeras salvajes" de Faulkner, por mencionar ejemplos palmarios.

La soledad de los bosques noruegos, la voz de lo viviente que habita en ellos, un protagonista que huye del mundo y que duda de sus habilidades sociales, una mujer que organiza su universo a imagen de su fantasía infantil, los sueños de míticos amantes que asaltan a los enamorados, y todo ello estrellándose contra la roca de las convenciones estúpidas y perversas de una pequeña sociedad gobernada por mercachifles del espíritu humano. En medio, zarandeada, pero inconsútil, firme como los pilares de la naturaleza, una pasión instantánea, sin origen ni destino, pura como un dolor, que crece más allá de cualquier mortalidad.

Es una pasión pura, pero no es una pasión inocente. Hay que pagar. Los enamorados se vengan de sí mismos y del otro por ese amor que les rebasa y les hace sufrir, pues algo del amor demasiado grande invita siempre a la destrucción, al sacrificio del que ama y de lo que se ama, a la tortura íntima, única forma en que se expresa la visión y el sentimiento de lo que es superior a nosotros. El mundo se convierte en enemigo mucho más tarde de que los amantes se hayan convertido en enemigos de sí mismos. La fuerza del amor permanece intacta, pero los amantes sucumben.

Hamsun describe el tortuoso proceso desde la ingenuidad -no desde la ignorancia-, como si se tratara de un cuento para niños o de uno de esos relatos de saga nórdica que pueda contarse alrededor de un fuego a un grupo de cazadores perdidos en la estepa o en los fiordos del Norte. Y al reunirse la potencia del amor con la desnudez o fragilidad de los pacientes, ya se percibe la magnitud del mal, mucho antes de que descargue sobre los protagonistas. Está ahí, aunque no para temerlo, sino para arrojarse a él y abrazarlo. Es ahora cuando el mal sucumbe y los amantes se elevan.

Magnífica novela, especialísima, no la dejen pasar.

el dispensador dice:
te diré que el mundo es una rosa,
con espinas para el imprudente,
con espinas para el impaciente,
con espinas para el ansioso,
con espinas para el vehemente,
pero sin ellas,
para el inocente...
para el humilde...
para el consciente...

te diré que el mundo es un océano,
con abismos para el inconsciente,
con profundidades insondables para las soberbias,
con aguas agitadas para los despreciables,
con aguas turbulentas para las vanidades,
con remolinos para los cinismos,
con olas en pared para las hipocresías...
pero también te diré,
que ese mismo mar,
puede resultar en la fuente de tu sal...
en el agua que te ha de aliviar...

puedes mirarlo desde la orilla,
sentirte a la misma altura,
o bien puedes subir al acantilado,
y apreciarlo desde la locura,
puedes adentrarte según tus deseos de aventura,
puedes ahogarte según lo que te apura...
pero como sea,
esas aguas pueden guardar tu cura,
o pueden consumirte la cordura,
dependiendo de cual sea tu premura...

no puedes tener una rosa en tu mano,
si no sabes de la importancia de las formas,
si desconoces el sentido de los aromas,
si no has aprendido a valorar los colores,
si no has entendido que "amar",
implica ceder los honores,
sin resignar los valores, 
compartiendo el sentido de los sabores,
del mañana y sus pasiones...

debajo de este mundo,
el que ves,
en el que amaneces,
en el siembras tus esperanzas,
en el que compartes tu cama,
en el que recorres tus sueños,
guarda otros mundos,
simultáneos, superpuestos,
con otras hadas,
que saben de lo "opuesto"...
entonces,
¿estás dipuesto?...
¿a asumir el sentido de lo nuestro?,
al despojarnos del mal,
el alma se incorpora al sentido de lo eterno.
JULIO 03, 2013.-


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