SHAMBHALA sin leyenda
Leyendas de la ciencia: Shangri-La, el paraíso de los inmortales.
En el año 1933, el británico James Hilton describió en su novela "Horizontes perdidos" una ciudad del norte de la India de gran belleza a la que se accede a través de incógnitos pasadizos y cuevas secretas.
James Hilton describió en su novela Shangri-La como un místico y armónico, cuyos habitantes son prácticamente inmortales, viven dedicados a la reflexión y experimentan un lento envejecimiento sólo en su apariencia. Aunque Hilton desbordó imaginación en esta novela, lo cierto es que se basó para ella en antiguas creencias de la lamasanería, y concretamente en la ciudad de Chang Shambhala, considerada por los budistas como la fuente de la sabiduría eterna donde vivían seres inmortales en armonía perfecta con la naturaleza y el universo.
Este lugar es común para el Hinduismo, el Shamanismo y el Budismo. En la India, lo sitúan oculto entre los Himalayas donde recibe el nombre de Kalapa, mientras que la tradición china lo ubica en los montes Kun Lun. Asimismo, en la antigua Rusia se hablaba de la legendaria Bielovodye, la Tierra de las Aguas Blancas, donde vivían santos ermitaños de inmensa sabiduría.
Según la leyenda, aunque Shambhala no existe en el mundo físico, algunos hombres pueden acceder a ella. La tradición cuenta que Shambhala es el lugar donde el Rey Sucandra, el primero de los grandes sabios, recibió y mostró toda su sabiduría, por lo tanto, es un lugar vetado para los necios y abierto, únicamente, a seres con mente pura.
La profecía de Shambala establece que cada uno de sus reyes reinaran durante 100 años, habrá 32, y cuando pase su reinado las condiciones en el mundo exterior se deterioraran, los hombres se volverán mas bélicos y perseguirán el poder para su propio bien y una ideología de materialismo se extenderá en la Tierra. Cuando los bárbaros, quienes siguen esta ideología materialista, estén unidos bajo un rey perverso y crean que no hay nada mas por conquistar, los místicos surgirán para revelar las montañas de hielo de Shambhala. Quizá por eso, Buda profetizó que el lugar se encuentra en un lugar remotamente lejano, en las montañas del Tíbet.
La búsqueda de Shambhala
A pesar de que su existencia es improbable, lo cierto es que han sido muchos los aventureros e investigadores que se han lanzado a la búsqueda de este remoto lugar de paz y tranquilidad. La primera de esas personas fue la ocultista y teósofa rusa Helena Blavatsky, quien aseguró que la mítica Shambhala se encontraba en el desierto de Gobi. La Shambhala mítica, según Blavatsky, era un santuario que servía como cuartel invisible a los Mahatmas, la Gran Fraternidad de Maestros Espirituales que trabajan detrás de la escena, guiando y protegiendo a la humanidad.
Mucho más terrenales fueron las investigaciones del artista, filósofo y arqueólogo ruso Nikolái Konstantínovich Roerich (abajo, en la foto), quién durante muchos años realizó un viaje en globo en busca de Shambala y su Sabiduría. Algunas teorías apuntan incluso a que no llegó a entrar en Shambhala pero sí a la ciudad que albergaba los puentas que habrían paso al paraíso.
Sin embargo, no todo queda en el campo de lo espiritual. En el años 2009, un grupo de investigadores aseguró haber descubierto una serie de ciudades cuevas con una posible antiguedad de seis mil años en la región de Mustang, en Nepal. Allí encontraron gran cantidad de pinturas murales y textos sagrados del siglo XIV con representaciones gráficas conocido como "iluminaciones". El valle de Mustang es conocido popularmente como "el fin del mundo" por su inaccesibilidad y su imponente paraje, nevado durante la mitad del año. Según algunas leyendas existen varios túneles que dan acceso a Shambala.
Thuk Je Che Tíbet
el dispensador dice: claro que vi la película... pero la inmortalidad no me atrajo... la inmortalidad pertenece sólo al ámbito del alma, desprendida del cuerpo, despegada de los tiempos respirables y de las inconsciencias negables, separada de las mentiras, las segundas intenciones, los engaños, los cinismos, y las hipocresías... nunca creí que alguna vez llegaría al Tíbet... lo hice casi por "casualidad" causal... como si regresase a ver algo que había pasado por alto... algo en lo que no había reparado... algo que me había tomado distraído...
el Tíbet es inmenso... mucho más grande que sus banderas y sus fronteras... ya que se trata de un lugar donde el frío impera, pero donde las almas se renuevan...
desde luego, para el occidente denso, importan los Himalayas, los desafíos, el escalar como próposito de alcanzar una cima y pasar a la historia de ninguna gloria... y no son pocos que se han perdido y jamás fueron encontrados... y no son pocos los que dejaron sus cuerpos congelados... y no son pocos los que en sus propias soberbias quedaron enterrados como apachetas que otros fueron completando, sin saber que justo debajo, hay un destino trunco y otro despreciado...
cuando me contaron algunas historias propias del "alto Tíbet" no había razones para especular, ni tampoco las había para no creer, por ende las acepté como si perteneciesen a mi memoria de mi propio karma... te aclaro que no me llaman las armas ni los espíritus que viven porque reclaman, porque ambos gastan a cuenta de lo que sus llamas apagan, entendiendo por ello, auras negras que consumen las luces para envolverse en sombras que les devoran mucho más que las entrañas, dejándolas sin sentidos para el amor, ni para quien las acompaña, quitándoles la paz, y haciendo de sus vidas una pobre lanza que atraviesa todo aquello que les viene en ganas...
llegué al Tíbet cumpliendo el rol de médico investigador dedicado a detectar cómo se modifica el ADN en la altura extrema... una aventura del detalle del conocimiento sutil... y a poco de pisar me di cuenta que allí, en el tercer polo (como le llaman los propios tibetanos), nada es como parece ni tampoco como occidente lo entiende... hay algo más... invisible pero al mismo tiempo tangible... no puede tocarse pero se siente, se percibe... y si eres sensible, saber apreciar que está allí junto a ti, a tu persona, a tu momento... y en verdad te sientes un elegido... un bendecido para la oportunidad...
en dicha estancia logré descifrar que la humanidad que transita esas alturas no se corresponde con ninguna otra... allí fui donde descubrí el stupa del Itey... y no sólo ése, sino varios otros que no estaban disponibles para los pesados pies de los egos occidentales... gentes que les pasan por encima sin siquiera darse cuenta que en dichos templos convergen una multiplicidad de dimensiones y de tiempos "sin tiempos"...
sí... Shambala existe... pero no está a la vista ni tampoco es visible... y no hay que confundirse... la comarca es independiente de cualquier tiempo... pero en ella mora la luz... y los espíritus pertenecen al invierno eterno... no hay una pizca de sombras... y los puentes que conducen a ella (ciudadela) se cierran cada vez alguien los atraviesa, porque el alma que ingresa ya no regresa...
más que la altura, sobre el ADN influyen las circunstancias y el destino inscripto en el karma... algo difícil de aceptar por sociedades científicas donde imperan los egos y las soberbias... curiosamente, me encontré con muchos investigadores que habían abandonado sus puestos y sus beneficios, así como sus tiempos, reconociendo que allí residía el verdadero conocimiento... el filosófico... el cosmogónico... o si se quiere, el eterno...
el laberinto que enraiza está, desde luego, en las entrañas de los Himalaya... pero excede hacia las alturas sin que nadie pueda verlo... ejerciendo una simultaneidad maravillosa, casi indescriptible... sublime... lamentablemente, no puedo invitarte a compartir la experiencia porque es única, patrimonio de cada espíritu... y así como pocos son los humanos que ingresan, muchos menos son los que permanecen, porque allí lo que vuela no pesa... y hasta, a veces, produce sorpresa...
allí me terminé de liberar de mis cargas y hasta de mis culpas endosadas por miserias endiosadas...
cuando regresé de cuerpo a occidente... comencé a ver todo... muy diferente...
ya nada me atrapa, ni siquiera mi suerte. JUNIO 05, 2015.-
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